Por excesos de política, el hombre no ha desarrollado plenamente lo masculino. No aludo a la política platónica o aristotélica, sino a la maquiavélica. Política de la astucia, de la fuerza física, del chimpancé codicioso.
Por esa política, el hombre suspendió la evolución de lo masculino. Se estancó en lo prehumano, detuvo el desarrollo de una consciencia racional. Se estancó en un punto crítico, no ha logrado la mayoría de edad como lo proponía Kant. Sigue siendo puente entre la bestia y el súper hombre como lo percibía Nietzsche. Más cerca de la bestia, muy distante del súper hombre, propongo yo.
De ahí la naturaleza cruel de nuestras sociedades, imperio del más fuerte, del más irracional. Política en donde un imperio derrumba con atroces guerras a otro, Colombia se arrodilla ante los Estados Unidos, Rusia devasta a Ucrania, Israel genocida al medio oriente y China aterroriza a Taiwán.
Por esa política, elites poderosas nacionales azotan a sus pueblos y las internacionales degradan la tierra. El rico pisotea al pobre, el armado al indefenso, el político al ciudadano, el patrón al obrero, el macho a la mujer…
Por esa política, la mujer tampoco ha desarrollado lo femenino. La humanidad espera aún la iluminación de la intuición, la potenciación de la inteligencia emocional. Esclavizada por la fuerza bruta del macho, ha reaccionado como hembra. Su feminismo combate con ferocidad por sus derechos sociales: políticos, laborales, salariales, sexuales… Los reclama a punta de fuerza ancestral.
Cada vez más la mujer se consolida como la hembra, la versión femenina del macho. Hembraje aprovechado por el relato liberal para fomentar otra división, otra guerra más, otro mercado, otra desnaturalización.
Al final de la jornada, el hombre continúa estancado en el machismo y la mujer asciende al hembraje. Por ninguna parte se avizora lo humano de lo masculino ni lo humano de lo femenino. La fuerza bruta ha anulado la inteligencia racional en uno como la inteligencia emocional en la otra.
Feministas: la exalcaldesa Claudia López como la senadora María Fernanda Cabal. Igual Ronald Reagan como Margara Thatcher para imponer las políticas económicas del neoliberalismo. Sin importar quien gane las próximas elecciones en Estados Unidos, Donal Trump o Kamala Harris, la política de la fuerza bruta seguirá imperando. Netanyahu continuará bombardeando el medio oriente, y Putin, a Ucrania. En Colombia, los ejércitos armados, legales e ilegales, prolongarán su festín de sangre.
“La fuerza siempre atrae a los hombres de baja moralidad”, afirmaba Albert Einstein. A los seres más malvados con moral de chimpancé sin importar si es hombre o mujer, si es Daniel Ortega o Rosario Murillo en Nicaragua, confirmo yo.