Torres Cárdenas habló con LA NACIÓN al respecto de la proposición presentada durante su participación a través del interrogante ‘Postconflicto, ¿una nueva era de violencia?’, donde se hace un análisis de lo que vendrá luego de obtener la firma de un acuerdo de paz para Colombia.
El investigador colombiano, radicado desde hace más de 13 años en Canadá, donde participa en una organización de investigación en Ottawa, que hace seguimiento al proceso de negociaciones en La Habana entre el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc, ha logrado dar una lectura con lupa los avances que ha tenido el país en esta materia.
“Quise hacer un análisis de lo que viene luego de finalizado el proceso de paz, lo que significa que después de ese acuerdo, no vaya a haber ningún conflicto. Uno puede concluir que luego de firmado un acuerdo existe la gran probabilidad de que el crimen organizado adquiera una mayor importancia política, frente a lo que hago un llamado para que en un nivel de realismo podamos entender que después de la firma del acuerdo en el país no correrán ríos de leche y miel, y que por tanto no desaparecerán los conflictos”, puntualizó el especialista.
La garantía para el país en el fin del conflicto está fundamentada en el proceso continuo de las instancias del Estado y las diferentes organizaciones civiles, comunitarias y sociales para la construcción de paz cotidiana. “El país debe tener mejores políticas públicas, participación ciudadana, transformación del modelo económico, capacidad de vivir de otra manera las relaciones internacionales. La tarea que viene después de la firma del conflicto con los grupos insurgentes es un trabajo inmenso, aclarando que no es el presidente Juan Manuel Santos y los ministros quienes logren la paz, sino el país entero”, aseveró Torres Cárdenas.
La propuesta desde una perspectiva analítica humana define el postconflicto entre dos opciones para los colombianos. La primera, con la que se pueda salir de un conflicto armado con grupos al margen de la ley, para caer en manos de nuevos grupos violentos que se generen, lo que expone al país a caer en manos del crimen organizado. La segunda, el ser capaces de construir un país productivo, democrático y en paz, uno de los más granes dilemas que enfrente el postconflicto.
“Es importante saber cómo estamos empezando desde ahora a buscar la paz, si no lo pensamos desde ya, y creemos que firmado el acuerdo en La Habana de manera procesal tendremos un país diferente, pensar eso es un error, si nos creemos esos pajaritos de oro va a ser un proceso muy complejo el conseguir pacifismo en un país de violencia”.
Retos y cambios del postconflicto
Sin esperar a que el Gobierno resuelva los problemas al interior de las vidas de cada colombiano y que la ley entregue la paz, los colombianos estarían obligados a tomar medidas urgentes frente a algunos conflictos aún sin resolver, empezando desde el problema agrario, hasta la incursión social de los ciudadanos dentro del sistema político y legal del país, llevando los acuerdos de manera práctica a la vida real.
El acceso a las instancias de poder, que aparentemente se puede acceder mediante el ejercicio electoral, analógicamente se observa que no hay renovación de la clase política. “Los apellidos desde hace 80 años son los mismos, entonces cuál es la posibilidad que los colombianos tienen de acceder a los sitios del poder político. Deberíamos inventarnos una forma de hacer participación e incluso no tener clase política, sino ciudadanos para el servicio público, porque ellos son empleados nuestros, pero resulta que son elegidos y resultamos siendo los esclavos”, puntualizó Torres.
Una justicia pronta y cumplida, enmarcada en un aparato judicial que en Colombia tiene el 97,8% de insolvencia, en donde de cada cien casos, solo uno es resuelto con celeridad, mostrando la denegación de los servicios de justicia como promotores de violencia, un tema que se debe resolver de manera urgente.
En síntesis, un sistema agrario equitativo, participación política, acceso a la justicia e inclusión social de los ciudadanos en los servicios públicos, donde se les garantice el cumplimiento de los derechos y se demuestre que constitucionalmente somos iguales, con el fin de que el país no continúe enmarcado en la inequidad, no beneficia la apuesta de paz y transformación del sistema social, determinando que el problema es mucho más complejo.
‘La paz es de todos’
“El Gobierno no puede lograr la paz, es imposible que nos organicen la vida a todos para que vivamos en paz. Es difícil entender que los ciudadanos no puedan llegar a acuerdos de convivencia. Quiero ser enfático que la paz no es una cosa gigantesca, la paz es algo tan mínimo como estar bien con nosotros mismos y en eso el Estado no puede hacer, todo está en nosotros”.
Para el especialista es importante que cada persona inicie por el proceso de zanjar conflictos personales, familiares, de una manera razonable a través del diálogo, considerando que en el postconflicto ya no se señalarán culpables, sino que serán los mismos ciudadanos los que deben aprender a volver a vivir.
“Desde la Guerra de los Mil Días, los colombianos no han podido conocer la paz, cuando dicen vamos a construir paz, cómo hacer si no la conocemos. De aquí en adelante lo que queda es que toda esa explosión de creatividad que tenemos como colombianos la utilicemos para imaginarnos este país sumergido en paz, partiendo desde el punto de mi propia vida”.
El Surcolombiano en el postconflicto
El territorio surcolombiano ha sido protagonista y ha soportado toda la historia de un conflicto armado perpetuo. Las personas del sur del país han vivido como ninguno otro en el país el conflicto armado en la historia de violencia de Colombia.
Es por esto que se considera que es esta población la que se jugará un papel importante en la construcción de paz, considerando que solo quienes han padecido la guerra de manera horrorosa, tienen un compromiso ineludible con la paz, porque están hasta el cuello de tanta violencia.
Dentro del proceso de paz no es suficiente hablar de justicia, verdad y reparación, “en lo absoluto hablar de esto no es suficiente, en primer lugar así lo indican las experiencias internacionales y los mecanismos de la verdad, justicia y reparación es el enfoque general, esto no garantiza en ningún país el logro de paz, y es mi perspectiva. Necesitamos cambios desde lo personal, hasta lo macro e institucional”.
