El país ha conocido esta semana un nuevo escándalo de corrupción, esta vez alrededor de David Racero, uno de los congresistas más importantes del Pacto Histórico y quien en 2022 ocupó la presidencia de la Cámara de Representantes.
Ha sido el periodista Daniel Coronell quien reveló chats del congresista Racero que generan sospechas de abusos de poder. Uno de estos chats muestra cómo Racero le pide aparentemente una ‘coima’ a uno de sus miembros de la Unidad de Trabajo Legislativo, UTL. También hay otro chat en donde le exigiría a su conductor, Leonardo García, pagado con recursos públicos, trabajar en un fruver de su propiedad. “…La verdad necesito su apoyo en el Fruver y tal vez en otras cosas durante el año. Debemos adaptarnos”, se lee en la comunicación.
Coronell también reveló chats de WhatsApp en las que el líder de izquierda le habría pedido al director nacional del Sena puestos en la subdirección del departamento del Cesar. Además, le habría solicitado que su tío fuera quien detallara la asignación de estos cargos.
Y hay más episodios escandalosos revelados esta semana: existen soportes de transferencias de dinero por parte de un miembro de la UTL al padre y hermano del congresista Racero.
Tanto la Corte Suprema de Justicia como la Procuraduría General de la Nación anunciaron investigaciones, en tanto que Racero salió tímidamente a desmentir las denuncias, o al menos, no refutó con claridad cada uno de los episodios expuestos.
De comprobarse los graves señalamientos, debe caer todo el peso de la justicia sobre el congresista Racero. En el pasado, políticos a los que les han comprobado prácticas similares han terminado destituidos y en la cárcel.
No puede haber algo más despreciable es que un servidor público le robe parte de su sueldo a sus subalternos. Los senadores y representantes a la Cámara deben ser ejemplo de honestidad y rectitud.