Por: Padre Elcías Trujillo Núñez
«Yo os aseguro que los publicanos y las prostitutas se os han adelantado en el camino del Reino de Dios.» (Mateo 21,28-32)
Que escandalo el de Jesús. En medio de los piadosos de la época, dice que no son ellos los que llegarán primero al Reino de Dios, sino los publicanos y las prostitutas. El Reino de Dios es un don que se acoge sólo desde la humildad y el agradecimiento, no desde la autosuficiencia y el desprecio a los que no son como nosotros.
No es el ejemplo moral lo que nos hace merecedores del Reino, sino la capacidad de acogerlo desde la gratuidad. El Reino de Dios no se hereda por nuestro cumplimiento escrupuloso de la ley. El Reino de Dios, la salvación es un regalo de Dios que se nos ha dado en Cristo y que sólo se recibe desde el AMOR.
Nos van a juzgar por el Amor. Blindados en nuestras seguridades y certezas espirituales, nos podemos perder el saber leer la presencia del Señor en los más pobres, los necesitados, los excluidos, los que no cuentan, los marginados.
Ojalá no nos ocurra como a los fariseos del Evangelio, que fácilmente decían que eran religiosos, pero que a la hora de la verdad, lo que dicen es pura palabrería porque no son conversos de corazón, sino de tradición.
Nuestra fe no puede estar centrada en una herencia religiosa cultural y familiar; debe estar centrada en el encuentro personal con Cristo el Señor y Salvador. Muchas personas creen que por estar bautizadas o pertenecer a tal o cual movimiento, parroquia, asociación, ya tienen pase asegurado para el cielo.
Dicen sí con facilidad a la pregunta de si son católicos o están bautizados, pero en realidad quieren decir que no lo son. Y otros que aparentemente no lo son, nos dan más ejemplo de coherencia de vida y cuando conocen el Evangelio y a Jesús, se convierten en cristianos comprometidos de verdad.
Sería bueno revisar nuestra fe y nuestro compromiso con Cristo. El mundo hoy más que maestros, pide testigos convencidos de la fe, alegres, solidarios, amables, sencillos, preocupados de los demás, solidarios con los demás. Es la falta de amor y de coherencia de muchos cristianos lo que aleja a otros de la fe.
Valoremos el don de la fe y los grandes valores que dan la verdadera felicidad. No seamos como aquellos publicanos, que creyéndose en la propiedad de reclamar a Dios y atados a leyes que los deshumanizan, no sepamos ver los signos de la presencia del Señor en el mundo y en las personas, también en aquellos que humanamente puede parecer que están más alejados del Señor.
No nos creamos los buenos, demos ejemplo diario de bondad y de amabilidad. Ahí se notará que somos los elegidos y llamados. Nota: Este Domingo fiesta en honor de Santa Teresita en Garzón, le esperamos. Octubre mes de las Misiones. Mail: elciast@hotmail.com