Muy en boga, por diversos hechos nacionales e internacionales, la discusión en torno a qué debe privilegiar un Estado moderno: la seguridad de sus habitantes, tomando todas las precauciones e incluso pasando por encima de preceptos fundamentales, o la intimidad de cada persona y también el derecho a la información. Se mezclan aquí estos tres elementos, puestos en tela de juicio en casos particulares que han estremecido el orden de varias naciones, entre ellas las más poderosas.
Los casos están a la vista: la filtración de miles de documentos secretos a través de Wikileaks y su promotor Julian Assange, con la ayuda de un joven soldado, Bradley Manning, que dejaron en evidencia la soterrada realidad de las relaciones diplomáticas, los oscuros intereses que se mueven tras bambalinas en tantos escenarios del poder, la hipocresía y las mentiras que pululan en cada país contra otro y la verdadera condición humana de quienes manejan el mundo.
Las ‘chuzadas’: toda una caja de Pandora que confirmó lo que se sabía hace decenios pero nadie tenía cómo probar. Luego aparecen las chuzadas telefónicas del desaparecido DAS en Colombia, haciendo seguimiento a los opositores; pasamos después a un anodino espía que exhibió ante el mundo cómo Estados Unidos, su gobierno y sus fuerzas militares, decidieron que pueden tener acceso a las comunicaciones privadas de sus ciudadanos sin pedir permiso judicial o particular.
Y volvemos a Colombia para debatir acerca de la que han llamado “Plataforma Puma”, manejada por la Policía Nacional con el fin de interceptar correos, redes sociales y todo tipo de comunicaciones electrónicas de los ciudadanos. Eso sí, es lo que nos dicen, todo se haría con orden judicial.
Así estamos. Debatiendo qué es lo primero, si la seguridad o la intimidad, si el derecho de los ciudadanos a informarse o el de los gobiernos a tomar precauciones y vigilar cada movimiento de la gente. George Orwell, en su famosa novela 1984, introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano o Hermano Mayor y de la ubicua policía del Pensamiento. Algunos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir lo que se ha conocido como sociedad orwelliana, que se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias y represoras como las representadas en la novela. Lo que es cierto, más allá de la ficción, es que somos observados y seguidos en todos lugares: cámaras de vigilancia en las calles, cámaras en las casas, oficinas y fábricas; teléfonos que nos ubican en donde estemos, computadores y tablets y otros aparatos que permiten señalarlos en todo el mundo y no perdernos. En fin, la realidad es que nos observamos mutuamente, y que los estados lo están haciendo hoy y desde hace varios años. Lo que debe venir es establecer parámetros que eviten el abuso de esos controles.
“Las ‘chuzadas’: toda una caja de Pandora que confirmó lo que se sabía hace decenios pero nadie tenía cómo probar”.
Editorialito
Incómoda la actitud de algunos burócratas que sin razón vienen obstaculizando la labor de la prensa en el cubrimiento de las fiestas de San Pedro. No hay derecho a tantos abusos.