Aquellas mujeres que al preguntarles cuál es su profesión, responden que…” tan sólo se dedican al hogar”, no se imaginan lo importantes que son para el crecimiento, educación y formación de sus hijos. Sus recetas de amor y comprensión, resultan más meritorias que aquellos títulos que nacen por la necesidad de aparentar, de querer tener, por el deseo de ser siempre el número uno o ser el centro de atracción en todo lugar.
Una madre es algo especial y maravilloso, un ser dotado de una fuerza extraordinaria. Es la cabeza de la empresa más grande, poderosa e importante llamada Familia, cuya producción es el ser humano, hombres y mujeres que construirán el futuro. Es la gerente que día a día se esfuerza por tender las camas, lavar los platos, recoger el desorden de sus hijos, curar sus heridas, enseñarles a saludar, dar gracias y despedirse. Es el eje de la vida familiar, la guía de los primeros pasos de sus hijos, el apoyo durante su crecimiento.
Sin duda alguna, una madre es el ser más generoso, valiente y capaz que existe sobre la faz de la tierra. Sin importar si mamá es biológica o adoptiva, su amor, es lo más importante para toda persona. Reconocer y agradecer el amor que toda madre ofrece a sus hijos, es lo mínimo que se puede hacer. Tomar conciencia de su rol protagónico en la familia y en la sociedad en la cual se haya inmersa, ayuda a entender la necesidad de apoyarlas para el desarrollo de su incomparable labor.
Ser madre no sólo implica una posibilidad biológica, se entrama con todo un universo de sentimientos, emociones abnegación y entrega. El amor de madre nunca deserta; por el contrario, el hijo problema, el necesitado, el enfermo o el más desvalido, es aquel que más atiende. Su amor diseñado para perdurar y soportar la ingratitud de los hijos, les permite comprender las necesidades de los demás, renunciando a la satisfacción de sus interese por hacer feliz a quien más aman.
No se requiere una fecha especial para rendir tributo a la persona que llamamos mamá, aunque algunos no la pueden llamar así abiertamente, no existe sustituto para Ella. Aunque no parezca la mejor de las amigas, que no sea la madre perfecta o no concuerde con nuestra forma de pensar, aun así ¡Es nuestra Madre! a la que debemos querer y comprender hasta el final de sus vidas.