Prostitución electoral

Jorge Guebely

“Ojo con el 22”, advierte el timonel del uribismo. Viene la subienda electoral, otra podredumbre nacional. Llega la prostitución del voto, vienen los fajos de billete, los ricos compran los suyos y los pobres venden su miseria material.

Afinan sus presupuestos los mercaderes de la democracia: terratenientes y narcotraficantes, banqueros y empresarios, Andi y Fedegán, contratistas y clanes políticos, paramilitares del campo y la ciudad… Afinan sus bolsillos, visitan los lenocinios electorales, los políticos tradicionales, los más promocionados, los más vendidos, los más prostituidos. Todos a buen precio, todos a todos los precios. Como a las otras damiselas de la prostitución, se postulan como mejor postor.

Los mercaderes de bien feriarán en los barrios de bien; los de clase media, en los barrios populares, y los mercaderes populares, lo harán sobre los andenes.

Vuelve la feria del voto, la prostitución del voto, y los burócratas del Estado preparan su mercado. La Procuraduría inventa cargos de altos salarios, la Contraloría incrementa presupuesto para control preventivo… Burocracia electoral, cargos públicos para vándalos electorales, para jefes políticos regionales. Dulce mermelada para los gamonales del voto, muy amarga para los colombianos.

Afina la Registraduría sus mecanismos de fullería. Salta como canguro: el 1 lo convierte en 4, el 10 en 40, el 30 en 80. Cambia los datos electorales, marrullería ejecutada en el trayecto que va de la mesa de votación al Registrador. Multiplica los calanchines en las mesas de votación para registrar ilícitos electorales. Prostitución de prostituciones, todo es prostitución electoral, diría el Eclesiastés.

Se prostituye quien vende su voto, quien lo negocia por una lenteja o una teja, por un cargo en la gobernación o uno en el ministerio, por cincuenta mil o por pertenecer al redil. Y el periodista que adula y el insensible que disimula, el ignorante que no indaga y el avezado que todo avala. Imperfección de la democracia colombiana; no sólo imperfecta, sino perfectamente podrida

Sistema electoral, prolífica en podredumbre, en negocios ilícitos. Se agita por el poder público, por la voracidad del presupuesto nacional. En ninguna parte por la dignidad humana. En ninguna parte por el crecimiento ciudadano. En ninguna parte por la ciudadanía mayor según Kant.

Proliferan bandidos en la feria del voto, pecadores en lenguaje cristiano. “¿Quién es más culpable / -se preguntaba Sor Juana Inés de la Cruz- la que peca por la paga / o el que paga por pecar?”. Parodiando su retruécano: “¿Quién es el peor prostituido / el que vende se voto por comer / o el que lo compra por ganar?”.

jguebelyo@gmail.com

 

 

 

 

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