Los colombianos deberíamos dejar de pensar en la posibilidad de que Colombia se convierta en otra Venezuela, en el primer año de gobierno de Petro la institucionalidad de nuestro país ha mostrado la suficiente solidez para impedir que el gobierno haga lo que le venga en gana.
La preocupación debe ser otra: la ineptitud del gobierno y la manera en que nos dejará el país al terminar su periodo constitucional, el 7 de agosto de 2026.
Comencemos por un ejemplo, algo que puede pasar pronto y se ha advertido reiteradamente a raíz del fenómeno del niño que hoy nos afecta, haciendo imprescindible que la infraestructura energética esté en su máxima capacidad para afrontarlo. No obstante la necesidad de tomar medidas, en la comisión de regulación de energía y gas (CREG), solo uno de los comisionados está en propiedad, cuatro están interinidad y uno está vacante.
A lo anterior debemos sumarle la inconsistencia en la política sobre la explotación de hidrocarburos, la inefable Irene Vélez, con el total respaldo del presidente, dejó un caos en el sector, lo que puede llevar a dificultades en el suministro del gas necesario para la operación de las generadoras térmicas, que se verían obligadas a utilizar otro tipo de combustible encareciendo el kilovatio. De hecho, el precio del kilovatio en bolsa superó hace poco los $1.000 pesos, cifra significativamente superior a los $374 de principio del año.
Es importante recordar que el país ha hecho un gran esfuerzo por conseguir la suficiencia energética, luego del apagón del año 1993, la inversión en el sector se incrementó sustancialmente, se construyó el adecuado respaldo para cubrir eventos como el evento climático antes mencionado, se le dio un carácter técnico alejándolo de cualquier injerencia politiquera, de tal manera que garantizará el adecuado suministro de energía.
Hasta ahora el único efecto real ha sido el aumento del precio del kilovatio, el cual impactará al Huila, ya que la electrificadora del departamento es dependiente del valor en bolsa, conllevando a los incrementos en la factura del servicio y eventuales aumentos en la inflación.
Fiel al discurso que ha caracterizado a Petro y sus obsecuentes seguidores, culparán al gobierno anterior, a la oligarquía que no les deja hacer los cambios, al que sea, pero jamás asumirán su propia responsabilidad, producto de la improvisación e ineptitud de quienes son los responsables de tomar las medidas correspondientes.
La situación del sector energético es una sola muestra del alto costo que puede generar un incompetente gobernando, sobre todo cuando sus acciones están dominadas por una ideología basada en un dogma.
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