Es urgente que las autoridades prioricen a Campoalegre y Pitalito debido a la escalada violenta que se ha suscitado en estos municipios huilenses durante lo poco que va de 2024. Lamentablemente, una decena de homicidios, la mayoría bajo la modalidad de sicariato, han marcado el inicio de año en ambas poblaciones.
Si bien varias de las víctimas fatales tienen antecedentes judiciales por múltiples delitos, ello no debe ser razón para que los casos no sean investigados o no se les dé la suficiente importancia como para esclarecer cada uno de ellos y llevar los responsables ante la justicia.
Es probable que esta escalada de homicidios tenga relación con las disidencias de las Farc o alguna pelea entre bandas delincuenciales dedicadas al narcotráfico. Por eso mismo, a las investigaciones se les deben imponer el sello de urgencia.
Los homicidios son delitos de alto impacto y generan una gran zozobra en toda una comunidad. Estos hechos de sangre alientan además a que aparezcan en las regiones otros delitos como las extorsiones. Por lo general, grupos delictivos aprovechan este tipo de circunstancias para aumentar su dominio o control territorial.
Como lo hemos señalado en anteriores oportunidades, además de la intervención policiva, es necesario que para Campoalegre y Pitalito se mire el asunto de manera integral. Es clave que el Estado, en el orden local, departamental y nacional, dirija toda su capacidad institucional para contrarrestar lo que está pasando en estos dos municipios. El gobernador Rodrigo Villalba Mosquera es el llamado a liderar un frente en favor de la seguridad; viene de prometerlo en campaña.
Obviamente, lo mínimo que se espera es que el Departamento de Policía Huila, responsable de la seguridad en Campoalegre y Pitalito, incremente su capacidad operativa y de inteligencia para devolver la tranquilidad a los campoalegrunos y a los laboyanos.
