Cuando regresaba con su hija, después de la jornada escolar, un modesto trabajador perdió la vida al chocar de frente con una pesada tractomula. La menor sobrevivió milagrosamente. Cuando regresaba con su hija, después de la jornada escolar, un modesto trabajador perdió la vida al chocar de frente con una pesada tractomula. La menor sobrevivió milagrosamente. LA NACIÓN, Neiva Arnulfo Ramírez Polanía, nunca imaginó que la rutina diaria a la salida de clases, se convertiría en una tragedia. El hombre, de 46 años, nacido en Gigante, perdió la vida ayer inesperadamente bajo la llantas de una tractomula. El motociclista, como todos los días, se desplazaba desde la empresa Agrominerales donde vivía a recogerla al terminar la jornada académica. Cuando regresaba con la menor a bordo lo sorprendió el infortunio. Por esquivar un profundo bache en la carretera, lleno de agua, invadió el carril contrario y en encontró de frente con la tractomula que transportaba mármol. El vehículo de carga, distinguido con las matrículas SBE 893 de Campoalegre, procedente de las minas de Palermo, lo arrolló estrepitosamente hacia las 12:45 p.m. La motocicleta quedó aprisionada en la primera pacha del pesado remolque. Según testigos, la moto fue arrastrada por lo menos 15 metros hasta cuando detuvo la marcha. Sobre el pavimento quedó el cuerpo sin vida, con severos traumas en distintas partes del cuerpo que le causaron la muerte. El casco destruido, los zapatos esparcidos y los fragmentos del velocípedo marcaban como testigos mudos la dramática escena. Prodigiosamente, su joven hija, fue lanzada a un lado de la vía, sin ninguna señalización y severamente afectada por el paso de vehículos de carga. La lluvia registrada en horas de la mañana había anegado los dos carriles a tres kilómetros de Neiva. La adolescente, Marcela Ramírez, estudiante del colegio Ceinar, quien se desplazaba como parrillera, se salvó de milagro. La escolar de 16 años, resultón con escoriaciones y raspaduras en sus piernas pero sobrevivió a la tragedia. Aun así se levantó, sin percatarse que su padre, miembro de una iglesia evangélica, no corrió la misma suerte. Sólo entonces, entendió la dimensión de la tragedia. La pequeña moto con placas DFE 53B estaba aprisionada bajo las llantas y más allá quedó el cuerpo del infortunado trabajador. “Por estudiar tan lejos, perdí a mi papá, esta maldita mula me lo mató”, gritaba la joven estudiante, mientras espontáneos transeúntes trataban infructuosamente de consolarla. No había nada que hacer. El consagrado trabajador, ya no respiraba. Su cuerpo inerte quedaba sobre la vía como otra víctima de una racha trágica que sigue apagando vidas humanas. Por evadir un hueco en plena vía, lleno de agua, Arnulfo Ramírez Polanía fue arrollado por una tractomula. La pequeña moto quedó incrustada en la primera pacha del pesado remolque.