Al igual que el Sanjuanero, la rajaleña se proyecta en el tiempo a través de los herederos de la tradición. En la tarde de ayer, integrantes de las escuelas de las diferentes tonadas se dieron cita en el Parque de la Música Jorge Villamil Cordovez para hacer parte del Encuentro Municipal de Rajaleñas Infantil en el marco del 62 Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro.
Hernán Galindo
La rajaleña es una danza y género musical variante del bambuco con influencia del joropo y el sanjuanero. Se considera una de las expresiones más auténticas de Colombia. Sus orígenes se atribuyen a las zonas rurales colombianas del territorio conocido como el Tolima Grande.
Al final de la jornada los campesinos se reunían a cantar y de paso salía la improvisación en la que se lanzaban puyas o simplemente se ‘rajaba del otro o de los demás’. De ahí deriva su nombre de rajaleña.
En la interpretación de sus coplas, el género permite la improvisación y los mensajes cargados de picardía y doble sentido. Este aire de origen y carácter comunitario posee composiciones que son consideradas como anónimas y parte integral del patrimonio colectivo comunitario.
Una voz autorizada
Para conocer el momento actual de la rajaleña y su evolución, LA NACIÓN dialogó con Víctor Hugo Reina Rivera, director de la Fundación, Cultural, ‘Tuco Reina’, en homenaje a su padre, Jesús Antonio Reina Collazos.
“Soy el representante legal de la fundación, que recibí aquí en el departamento con la que hacemos un trabajo frente a la música, con elementos tradicionales de cuerdas pulsadas, percusión tradicional de la música”, cuenta.
Sobre el encuentro infantil, relata, que desde la escuela de la tradición cultural, Tuco Reina en asocio con la Fundación Batuta Huila, “hacemos una alianza muy importante en este trabajo folclórico de iniciación en cuerdas pulsadas, como el requinto y la guitarra, fomentamos mucho la rajaleña en los niños y entonces creo existe la oportunidad de que tengamos rajaleña para largo rato”, sostuvo.
Agrega que para ellos es muy divertido y se vuelve muy emocionante cuando se logra ya conformar agrupaciones propias del rajaleña y estar participando de estos eventos tan bonitos que generan el municipio de Neiva y el departamento del Huila.
Las tonadas
“En el trabajo investigativo que hemos realizado desde la fundación, encontramos que existen unas 12 tonadas reconocidas en el departamento y están surgiendo otras a medida que aparecen los nuevos grupos de rajaleñas”.
Cada tonada es como una forma de cantar, la rajaleña, y existe una diferencia entre una y otra que se inicia en la parte armónica, que es como el discurso melódico,” relató.
“Lo que se conserva es la rima desde la parte literaria, que son cuatro frases en las que rimen la primera y tercera y la segunda y la cuarta sílabas, para mantener el esquema, de copla, pero cambia melódicamente y de ahí la diferencia entre tonada y tomada”, aporta.
En el encuentro de la ciudad de Neiva, se hizo la presentación de la copla de Peñas Blancas de Fortalecillas, Santa María, Campo Alegre y uno de los grupos, el de la Fundación Cultural Tuco Reina, creó su propia tonada que denominaron la tonada de Tuco.
También es muy tradicional la tonada de Santa María, de la maestra Rosalba Montilla, es muy tradicional, “nos está dejando un legado muy grande y ya muchos grupos vienen replicando, aunque no son de Santa María replican su tonada”, agregó.
En cada presentación se hizo gala de la picaresca, que se va reflejando en las creaciones de los nuevos exponentes del rajaleña en la región. Como hecho para tener en cuenta la poca presencia de público y la presentación que debieron hacer los menores a pleno rayo de sol. El interrogante que surge: ¿falta de promoción o poco interés de la gente por lo cultural?
Los grupos que se presentaron en esta oportunidad fueron: Los Estropajos, dirigidos por el maestro, Mauricio Diaz Ramos, Los Rucios de Tuco Reina, dirigidos por Víctor Hugo Reina, Los Guámbitos dirigidos por Kleifer Tovar, Los Güipas del cóndor, dirigidos por Gerardo Dussan, y cerraron los Güipas de Rumichaca.
