No amanecieron ayer los neivanos con buenas noticias. Los petardos que fueron detonados en horas de la madrugada contra dos establecimientos comerciales del centro de la ciudad no sólo generan zozobra sino que demuestran una vez más el poder que siguen teniendo las disidencias de las Farc para amedrentar a los empresarios y comerciantes y conseguir de estos el pago de gruesas sumas de dinero, recursos que a su vez les sirven para financiar sus numerosas actividades ilegales.
La capacidad para hacer daño es lo que este grupo ilegalmente armado ha demostrado a lo largo de este 2024. Más de una docena de atentados terroristas contra el comercio organizado de la ciudad retratan cómo la seguridad ciudadana ha hecho ‘agua’.
Evidentemente, hay que reconocer el esfuerzo de la Policía, el Ejército y demás autoridades con el propósito de contrarrestar estas acciones terroristas mediante diversos operativos que han permitido neutralizaciones y capturas. Después de varios meses de permanentes petardos, al punto de tener uno por semana, la ciudad tuvo un periodo de relativa tranquilidad durante el mes de junio. Sin embargo, los dos petardos de ayer en la madrugada, casi que en forma simultánea, reviven el miedo y el temor.
En razón de lo sucedido, es oportuno preguntar si las autoridades mantienen vigentes y con la misma rigurosidad las medidas que se adoptaron para evitar nuevos ataques terroristas. También es válido preguntar si la ciudad cuenta el mismo pie de fuerza policial o si ha sido disminuido durante los últimos días.
Tras el fin del cese al fuego que el Gobierno de Gustavo Petro había pactado con las disidencias de las Farc, las Fuerzas Militares y de Policía ya no tienen excusas para enfrentar a quienes desde las afueras de Neiva o en las zonas rurales llaman a intimidar o a instalar artefactos explosivos.