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Reflexión joven para sociedades adultas – Carlos Eduardo Amézquita

Ya está claro que los jóvenes son ese segmento de la población para quienes en contadas excepciones se tiene verdaderas propuestas de progreso. CARLOS EDUARDO AMÉZQUITA Ya está claro que los jóvenes son ese segmento de la población para quienes en contadas excepciones se  tiene verdaderas propuestas  de progreso. Los adultos estamos pagando el exceso  de  egolatría, narcisismo y “contratitis”,  en la que no tienen cabida la mujer, los niños y los jóvenes. Un joven que leyó mi artículo anterior (en La Nación, 11-X) me envió su reacción muy pertinente: “Me alegra mucho saber que está escribiendo para nosotros, es una tarea importante y que a pocos les interesa. Le doy una sugerencia: Por todas partes, en los medios, toda la publicidad nos está diciendo que todo es posible, que el mundo es maravilloso, lleno de oportunidades, que podemos conquistar el mundo, etc. “La pregunta que nos hacemos: bueno, ¿y cómo le hago? Porque si nos presentan la tierra prometida tan insistentemente pero no nos dicen dónde está, lo único que queda es mucha frustración, la sensación de que en realidad no se puede hacer nada o que al menos uno no puede, los otros quizás si… ellos si supieron cómo era… Entonces, me parece que su pretensión de señalar que las instituciones ofrecen posibilidades de autoformación y que deben ser aprovechadas, es pertinente pero para serle honesto, no me dice mucho a mí como joven. Yo leo estos artículos sobre emprendimiento y creatividad,  y me siento confundido, me pregunto a qué se refieren exactamente y no porque sea tonto o quiera que me lo den todo fácil sino porque en verdad no sé a qué se refiere. Hay demasiadas oportunidades, tantas que uno no sabe ni qué hacer, ni qué mirar y va perdiendo el interés. Quizás sea parte del espíritu juvenil estar irritado, protestar  y no saber de qué ni por qué ni para qué, pero lo cierto es que es un poco abrumador que le digan a uno que la solución para el futuro es fácil, y solo tiene que buscar la oportunidad… queda uno atrapado por una tautología bastante engañosa. Epígrafe: Urgente que alguien nos convenza que la vida tiene sentido, de lo contrario lo que va a pasar es que optaremos por marginarnos y buscar un mundo mejor quién sabe dónde”