Como corresponde a las atribuciones y competencias de un Presidente de la República, y en el libre ejercicio de las mismas sin que ello signifique crisis o una coyuntura especial, se ha producido un remezón anticipado en la cúpula de las Fuerzas Armadas del país. Se han ido notables y muy calificados estrategas, líderes y excelentes soldados y policías que prestaron invaluables servicios a Colombia, que entregaron muy buena parte de sus vidas a garantizar la integridad física, honra y bienes de sus conciudadanos; pueden hacerlo con la frente en alto, con la satisfacción del deber cumplido y con la íntima y abierta convicción de que el país les aprecia y reconoce su sacrificio, que lo hicieron en una de las zonas más complejas del mundo en materia de seguridad y orden público. Ser soldado y policía en Colombia es más, mucho más, que un asunto de honor o de vocación, es estar dispuesto hora tras hora a dar la vida, como dolorosamente lo han hecho miles de ellos a lo largo de esta absurda guerra interna.
Los generales que han sido llamados a calificar servicios dejan una honda huella para sus sucesores; entregan resultados notables en la lucha contra el crimen organizado, el terrorismo y la inseguridad ciudadana. Por supuesto que la tarea completa sigue pendiente, subsisten fenómenos difíciles de combatir, propios de una nación inmersa desde hace seis décadas en variadas formas de delincuencia, pero ello resalta aún más la tarea cumplida por los señores altos oficiales salientes, a la cabeza de ellos el general Alejandro Navas, hasta el martes Comandante General de las Fuerzas Militares, y el general José Roberto León Riaño, director de la Policía Nacional. Se destacan golpes de impacto como las caídas de los jefes de las Farc, alias ‘Mono Jojoy’ en septiembre del 2010 y la de alias ‘Alfonso Cano’, en noviembre del 2011.
Vienen las interpretaciones de ciencia política y militar para tratar de encontrar las causas de esta decisión del presidente Santos. Que se trata, la nueva cúpula, de un mando militar y policial más adecuado para la paz y el postconflicto con la misión de terminar de debilitar la capacidad de combate de la guerrilla, en tanto sale humo blanco de las conversaciones de La Habana. Y en el caso particular de la Policía, la llegada del general Rodolfo Palomino a la Dirección de la Policía Nacional fortalecería la línea de seguridad ciudadana que marcó el saliente director León Riaño.
Ahora vienen los grandes retos específico de las nuevas cabezas de la seguridad colombiana: golpear aún más a la guerrilla manteniendo las tropas a la ofensiva, como un elemento clave para la paz; liderar el paso hacia el posconflicto de unas fuerzas de casi 300 mil hombres que llevan décadas ininterrumpidas en guerra; la seguridad urbana, desbordada en varias zonas del país y las peligrosísimas y casi mimetizadas bandas criminales (Bacrim) que han remplazado en varias áreas a los antiguos paramilitares.
Se la juega Santos con un remezón de fondo. El país a la expectativa de contundentes resultados.
“Se la juega Santos con un remezón de fondo. El país a la expectativa de contundentes resultados”.
Editorialito
Muy bien que la Alcaldía de Neiva haya tomado la iniciativa para montar un Plan de Mando Unificado, para reaccionar oportuna y efectivamente ante cualquier caso de emergencia o contingencia que pueda presentarse con ocasión del paro cafetero, que ojalá no termine en alteraciones del orden público.