Diego Muñoz Marroquín
Con gran tristeza escribo estas líneas, la muerte de un emprendedor, de esos valiosos hechos a pulso de los que hablé en la columna pasada, enlutó el municipio de Rivera en el Huila, a solo unas cuadras de mi casa asesinos le quitaron la vida a Jairo Galeano. Con sus actos pretenden también quitarle la esperanza a toda la ciudadanía Riverense pero no los dejaremos, los buenos somos mas.
Ya hace 10 años la guerrilla, en uno de esos absurdos y locos ataques contra la población, protagonizó el horrible asesinato de los concejales del pueblo, de manera inmisericorde e inhumana dio muerte a 9 miembros de esa corporación, en hechos de los que aún seguimos esperando la solicitud de perdón y la reparación por parte de las FARC. Hasta ahora solo el Estado se ha pronunciado por orden judicial.
En esa época, como seguramente sucederá ahora, la incertidumbre y desazón se apoderaron de Rivera, se cerraron los negocios, se vendieron los inmuebles a precios irrisorios, los turistas dejaron de venir y en general se perdió la confianza colectiva y ciudadana, pues es claro que si no tenemos seguridad no tendremos nada y pocas cosas podrán prosperar. La inseguridad nos envuelve en un círculo vicioso que acaba el emprendimiento, la generación de riqueza y conlleva a que cada día haya más personas sin trabajo, sin hacer nada y por ende se eleven los índices de delincuencia.
Lamentablemente Rivera, a pesar de sus fortalezas y atractivos turísticos como las termales, las varias cascadas existentes, su clima, sus rutas ciclísticas o de senderismo para admirar sus paisajes y fauna y por supuesto los postres de Riverjay, se ha vuelto un pueblo inseguro, desordenado y sin autoridad, los fines de semana los borrachos y el estruendoso ruido de motos y carros parlantes, no dejan conciliar el sueño de sus residentes.
En varios escritos hemos insistido en la vocación turística del Huila y sobretodo de municipios como Rivera, pero esto nunca podrá desarrollarse hasta que haya orden y seguridad y el turista se sienta tranquilo de venir a nuestras tierras sin el temor o la zozobra de pensar que en cualquier momento puede ser víctima de la delincuencia, o como en el caso del Señor Galeano, de perder hasta la vida.
Reiteramos la responsabilidad que tiene la corrupción en todo esto, pues hace que personas incapaces lleguen al poder y no tengan la suficiencia profesional ni moral para afrontar de manera seria y contundente los problemas de nuestra región. Frente a lo sucedido lo único que nos queda es la unión de la comunidad para combatir la corrupción y exigir resultados a las autoridades existentes y decirle no más a la delincuencia, queremos un pueblo seguro y próspero en el que vivamos tranquilos.