En el mundo de la inmediatez y de la tecnología, cualquier accidente, desastre natural o acto en donde haya víctimas, es replicado prácticamente de manera simultánea, y las fotos o videos se popularizan en segundos. Ahí es donde entran los medios sociales formales e informales. Los formales son los noticieros, que en algunos casos informan, sin entrar en mayores detalles, buscan la venta de la noticia, con música de fondo, para darle mayor impacto, restringiendo en muchos casos los contenidos, o explícitos o fuertes, o las imágenes sensibles. Ahora bien, los medios informales son todos los ciudadanos que tienen una cuenta en Facebook, Instagram, twitter o WApp, o en cualquier otra red social. Con la muerte del músico Martin Elías Díaz, circularon fotos de su estado crítico, bastante fuertes para cualquier persona. Ahora con el atentado en el centro comercial Andino, también se usaron imágenes de los heridos o muertos para retratar ese hecho de violencia. Y esto no es una práctica aislada, de tiempo atrás, reitero, con el mundo de la tecnología es cada vez más frecuente grabar muertes o accidentes, sin ninguna clase de filtro.
Ahora bien, quienes publican esa clase de fotos, desconocen derechos mínimos y fundamentales, como a la intimidad, la privacidad, la propia imagen, el honor, entre otros. Cualquiera de esas víctimas, puede ser un familiar o pariente de alguien que no quiere ver o recordar de esa manera a su ser querido. Ahí están también los miembros del personal sanitario. En México, por ejemplo, fue despedida una joven médica que posó con un pie recién amputado. Obviamente, es una falta a la ética de cualquier profesional de la salud.
Frente a lo dicho, surgen varias preguntas: ¿Qué ganan exponiendo las lesiones mortales de un cantante moribundo? ¿O el odio a un Presidente es suficiente para irrespetar el dolor de las víctimas o sus familias que han sufrido un atentado terrorista? ¿Será que no es suficiente tener la noticia que hay muertos o lesionados en un evento trágico? ¿O simplemente el morbo es más fuerte que el respeto hacia al otro?
Creo que es la hora de la mesura, de la prudencia. No debemos perder el foco, ni el sentimiento cristiano de respeto al dolor ajeno. A lo anterior se suma a que esas fotos o videos hacen parte de la “memoria digital”, es decir, que lo que se sube en redes, al final se mantiene, siendo muy difícil borrar la información que se ha publicado.