Cuenta la historia que Santa Felicitas, noble matrona romana prolífica rica y piadosa cuya fiesta se celebra este 23 de noviembre, “acompañó con alegría a sus hijos uno a uno hasta presenciar la muerte de los siete”. Uno muerto por azotes, dos golpeados con garrotes, uno más arrojado de cabeza por un precipicio y los tres últimos, decapitados.
Sabido esto propongo -se que sin éxito- a Santa Felicitas como patrona del Huila. pues aquí hemos visto fallecer tantos retoños de proyectos con multimillonarias cifras decapitadas entre estudios, diseños, rediseños, más estudios, conceptos e innumerables etcéteras, que hasta su recuerdo se pierde con los años. De nada han servido interventores, supervisores, veedurías, investigaciones, aperturas procesales, asustadoras, denuncias, alborotos de prensa, quejas y reclamos.
Un ejemplo: Contratistas, contratantes y quizá varios gobernantes departamentales cumplirán en poco tiempo veinte años de felicidad financiada con los recursos del contrato nunca terminado del distrito de riego Tesalia-Paicol firmado a comienzos del presente siglo por 78.652 millones de pesos y plazo de 25 meses siendo gobernador el destituido Jorge Pajarito Sánchez. Entre la sarta de torcidos no podían faltar tampoco los nombres de la célebre Karen Abudinén y del corrupto contratista Emilio Tapia, participante del Consorcio Huila con Futuro, feliz comensal del orgiástico banquete. Ni una gota de agua ha llegado y quizá nunca llegue a los predios “beneficiados” y todo termina en nada, incluida la posible responsabilidad de los próceres Carlos Julio y su sucesor Luis Enrique Dussàn, también metidos en el embrollo. Parte de la oscura noche es -si no estoy desinformado- la actual inquilina de la cárcel del Buen Pastor, Cielo González Villa. Siguieron Carlos Mauricio Iriarte, Luis Enrique Dussàn y Rodrigo Villalba representantes legales todos del Huila y aunque parezca increíble, el tal distrito de riego Tesalia-Paicol sigue siendo ciencia ficción y luego de más estudios, plazos y plata nada pasará. Solo falta el entierro de este elefante blanco.
Otro ejemplo: Recientemente este periódico mostraba una crónica sobre los ‘Colegios de la infelicidad’, millonario descalabro del cual solo casi diez años después la incapaz, paquidérmica e inservible contraloría reactivó un juicio fiscal por casi cuarenta mil millones de pesos de los lejanos comienzos del feliz 2016 siendo gobernador opita Carlos Julio González Villa quien asumió la financiación de construcción, interventoría y obras complementarias con billetes prestados.
Los colegios de la felicidad de contratantes y contratistas engordaron las alforjas privadas con millonarias adiciones plazos y prorrogas, plata y más plata y todos siguen siendo felices, menos la niñez de entonces y de ahora. ¿Estas muestras no son razón suficiente para que en honor de los felices bandidos de tales impunes hazañas, el Huila tenga como patrona a Santa Felicitas?