“Se ha mercantilizado la Navidad”


Desde que llegó a Neiva en febrero del 2012, el Obispo Froilán Casas Ortiz se ha dedicado de manera exclusiva a conocer el departamento y su gente. Para ello, recorre veredas, pueblos, abraza niños y dialoga con todos, incluso con pastores de otras iglesias.

LA NACIÓN habló con Monseñor sobre el significado de la navidad, sus símbolos,

Monseñor ¿cuál es el significado de la Navidad?

La alegría de saber que el hijo de Dios se hizo hombre, es decir, Dios nos ama tanto que se hace como nosotros. Yo hago una comparación de pronto muy sencilla pero muy bonita, es como si el hijo del rey renuncia al palacio y se va a vivir a un tugurio y convive con aquella gente abandonada y comparte con ellos la comida, el vestido… El hijo del rey renuncia a todo el aparato cortesano pero no deja de ser el hijo del rey, se hace un habitante más de esta zona pobre. El hijo de Dios no deja de ser Dios, y siendo Dios se hace igual a nosotros, es más, quien nace en la sencillez de la familia, y no una familia adinerada.

¿Y el nacimiento de Jesús en el pesebre?

Tuvo la gran riqueza que José y María se aman y no conoce amor pasional, sino el amor de dos personas, de un hombre y una mujer, y nace en la sencillez de una montaña, y lo visitan los muchachos que cuidan los rebaños en esas montañas aledañas a Belén. Esto es historia y enmarca todo un estilo de vida. Para mi Jesús es mi modelo en todo sentido. Cada vez que lo conozco más yo me enamoro más de él. Me siento fascinado de él, yo tengo una imagen en la cabecera de mi cama y yo a veces le hablo le digo: hola Jesús ¿cómo estás? lo siento en mi vida… la navidad es esa.

¿No son demasiados adornos a la navidad?

A mí me fascina la navidad. Sí sean ha puesto muchos adornos, que el pesebre, que las campanas, que los ángeles, que los pastores, que las ovejas, que el árbol de navidad… pero todo expresan una relación de amor. Además, es una época muy bonita, la gente como que baja la guarda, ya no está tan prevenida…saludan en la calle, dicen feliz navidad, un año venturoso. La gente cambia y yo quisiera que estuvieran siempre así, sonrientes, agradables, a pesar de las dificultades que todos tenemos.

¿Se ha perdido la mística para la celebración de la navidad?

Me parece, que la sociedad de consumo ha invadido tanto que está traduciéndose la navidad en regalos. No es que sean malos los regalos, pero nos estamos atiborrando de tantas cosas que ya parece que el hijo de Dios no está ahí. Es demasiado, se ha mercantilizado la navidad. En la época mía, nos íbamos todos los hermanos con papá y mamá a la misa, y luego a la casa a levantar la almohada, a ver que me ha traído el niño Dios. Era una mística en ambientes muy sanos, rectos, de gente no adinerada, pero que vivía dignamente. Me parece que en eso se ha empobrecido la navidad… se ha vuelto tan ruidosa, que por ahí no está el niño Dios.

¿Cómo encuentra usted la familia huilense?

La familia está desquebrajada. Yo no entiendo como un padre engendra un hijo y lo abandona… No sé qué corazón tienen. Si yo tuviera un hijo como lo querría, lo abrazaría, estaría con él. El hijo más que nadie necesita el cariño, los abrazos, los besos y tener un hogar, una navidad. El hogar marca lo bueno y lo malo. La palabra hogar significa hoguera, es decir el calor de amor, el calor de familia. En ese sentido el Huila, siendo la gente tan buena, por qué yo estoy enamorado del Huila, uno encuentra un contraste: ¿qué pasa? no nos estamos formando bien. Yo a veces me siento culpable. Debemos dar ejemplo. Es hermoso ser bueno, es rentable hacer el bien, ser honesto, respetar. Tenemos que luchar por una sociedad donde sea rentable hacer el bien, porque estamos en una sociedad donde es rentable hacer el mal, el vivo vive del bobo, la gente va actuando mecánicamente. La familia huilense requiere cada día parámetros de gente que se quiera, de ver que los esposos andan de la mano, como pareja ir a la misa de la mano y comulgar ambos, que cosa tan hermosa, ver que se tratan con respeto, con amor. Tenemos que generar una sociedad diferente para que esta Colombia tan linda que Dios nos ha regalado sea distinta en un futuro.

Pero Monseñor, muchas parejas forman un nuevo hogar, bajo normas cristianas pero la iglesia les dice que no pueden comulgar…

Si… mire, desafortunadamente uno de papá corrige, y corrige con amor, y a quien más le duele es al papá, a la mamá. ¿Cómo no me va a doler que alguien no pueda comulgar? pero es que el Evangelio no puede manejarse al criterio de las circunstancias y de las conveniencias. Sería uno infiel a Cristo. La pareja que tuvo ruptura en el matrimonio, siguen siendo hijos de Dios, hijos de la iglesia, los recibimos, están llamados a la salvación. No les permitimos comulgar, lo cual no significa que no puedan participar de la Santa Misa y tal vez en ciertas circunstancias podrían hacerlo, pero, lo que es claro es que el matrimonio es un hecho público, entonces una pareja que no están viviendo en matrimonio sacramentado tiene restringida la comunión. Hay que ser fuerte en la doctrina pero muy comprensivo con cada caso.

¿No es muy retrograda la Iglesia Católica para un mundo como el de hoy?

No mi querida doctora. La Iglesia no va al vaivén de los tiempos. La Iglesia no puede ser una comunidad acomodada al cliente. Debe ser fiel a todos los principios. La Iglesia es madre y es maestra. Como madre comprende a todos sus chicos, pero como maestra enseña lo que es la verdad. Yo pongo un ejemplo, si un hijo es drogadicto, yo amo a mi hijo, yo lo tengo que acoger pero le censuro la drogadicción, tengo que entenderlo, comprenderlo. Nunca la Iglesia puede cambiar. Debe permanecer siempre en sus principios y en ese sentido no va a ceder.

¿Cuál es su reflexión sobre los diálogos en la Habana?

Yo los veo en sí positivos. De alguna manera hemos venido luchando desde hace décadas, y aquello de que unos están a favor de la paz y otros en contra…no creo, yo creo que todos los colombianos queremos la paz. Es más, si vamos a la montaña y le pregunto a un guerrillero, me dice si yo quiero la paz. Yo creo que lo que ha estado haciendo el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, es positivo. Ahora, que tenga críticas, también hay que aceptar las críticas. Ese pluralismo enriquece el proceso, pero que sean con objetividad. Que se analicen, la verdad es un búsqueda y nadie tiene la última palabra. Es la primera vez que yo escucho que va haber cese al fuego, pues si esto ocurre, alabado sea Dios, si no, quedaríamos frustrados y no volveríamos a creer. Esperamos que nos permitan creer cumpliendo lo que se dice.

¿No cree usted que la Iglesia debería estar sentada en esa negociación?

Nosotros tenemos el Presidente que es el Monseñor Rubén Salazar, el primado de Colombia. Nosotros como Obispos por nuestra cuenta no podemos hacerlo, sino en coordinación con el Presidente de la Conferencia. Él ha dicho prudentemente que no era el momento pero que en algún momento del proceso va entrar la iglesia. No sé qué habrán conversado el señor Cardenal con el señor Presidente de la República. Aún no nos han comunicado a los Obispos.

¿A qué obedece tanta violencia?

Yo creo que la violencia continúa por la injusticia social. Mire ahora no más por ejemplo con el paro cafetero, como unos se aprovecharon y acaparaban el café, el engaño, la trampa, donde hay trampa hay violencia. Nunca podremos esperar un país mejor donde hay injusticia, engaño… como uno puede hablar de paz si los presupuestos, se desgreñan, se despilfarran, no llegan a su destino, si no hay priorización de gastos, si no hay austeridad… como puedo entender una suma de pensiones tan altas, y unas personas con sueldos realmente íntimos de miseria… Creo que tiene que haber equidad en todo sentido. Que no haya gente que gane tanto dinero, familias con 30 millones de ingresos mensuales ¿para qué quieren tanto dinero? esas diferencias tan abismales, es lo que genera violencia. Donde hay engaño, trampa, mentira, no habrá paz. Se firma la paz, todos queremos la paz, pero la paz hay que empezarla en el hogar, en la vereda, en el barrio, en la empresa, en el respeto a los demás, y el cumplimiento de los deberes y los derechos, esa si es la verdadera paz.

¿Cómo ve a Colombia en el posconflicto?

A ver yo quiero una Colombia con una poderosa reforma agraria. Es vital. Se habla de reforma agraria y se han dado pasos pero muy débiles. Se requiere una reforma que brinde capacitación en el agro, una agroindustria que se posicione para poder exportar nuestros productos, un mercadeo que permita una sana competencia para mejorar la calidad, una reforma agraria que favorezca los créditos para invertirlos, donde los fertilizantes sean fáciles de conseguir, que tenga como trasfondo el desarrollo sostenible. Una reforma agraria que genere vida, que la gente diga que rico ser cafetero, arrocero, ganadero, caficultor porque está produciendo. A mí me parece que el posconflicto debe tener un enorme ingrediente, hay muchos otros, pero me parece fundamental una reforma agraria social integral, para que el campo sea rentable y Colombia exporte y la gente del campo pueda vivir bien.

¿Qué tan humanitarios son los Huilenses?

Muchísimo. Muy humanitarios. Mire aquí se pide para una obra social y la gente responde. No tengo en la mente una estadística de las obras sociales de Neiva, pero hay voluntariados sobre todo de damas dedicadas al servicio de lo más necesitados. Uno va al Hospital y hay grupos de damas, sobre todo de mujeres, que están atendiendo a enfermos. Yo encuentro en el Huila una riqueza de corazón humano que me parece que falta encausarlo. La gente aquí es muy solidaria, muy buena.

Monseñor, su mensaje en esta navidad para todos los huilenses, a través de La Nación

Bueno, decirles a los huilenses que esta Navidad sea preciosa, que por favor tengamos como centro de nuestra vida a Cristo, y que depongamos las armas, los odios, que dejemos de inflar tanto el chisme y los comentarios tontos. Que veamos de la gente lo positivo, dejemos lo negativo, que ojalá nuestros temas de conversación sean siempre los éxitos de los demás, nuestros proyectos y no censurando a los demás porque estamos hartos de negativismos. No más crónicas rojas de muertos, de maldad, a mí me aburre eso. Yo quisiera ver, una vida mucho más positiva, obviamente enfrentando los problemas también con realismo para que este nacimiento del Señor que celebramos, sea un nacimiento que marque un corazón nuevo, una mentalidad nueva, una familia nueva. Para todos lectores de La Nación, todos estos queridos huilenses quiero impartir mi bendición como padre de la iglesia: en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amen, que el Señor los llene de bendiciones. 

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