Cuando el presidente Andrés Pastrana se disponía a decretar una tregua bilateral como punto para agilizar las negociaciones de paz con las Farc, el secuestro del entonces senador Jorge Eduardo Géchem, frustró esa posibilidad y acabó de un solo tajo con el proceso.
La tregua, con cese el fuego, era en ésa época un clamor en medio del escalonamiento de la guerra, intensificada pese a las generosas conversaciones de paz que se realizaban en El Caguán.
Sin embargo, minutos antes del anuncio oficial, el 20 de febrero de 2002, el senador Jorge Eduardo Géchem, fue plagiado por un comando guerrillero en pleno vuelo.
El congresista huilense, abordó ese día, pese a las advertencias, el mismo avión de la empresa Aires, secuestrado cinco meses atrás por el guerrillero Arnobio Ramos, en San Vicente del Caguán (Caquetá), sede de los diálogos de paz. La aeronave fue obligada a aterrizar en la carretera entre Hobo y Campoalegre.
El secuestro rebosó la copa y apagó de un solo soplo cuatro años de negociaciones de paz (1998 -2002).
Por la noche, ocho mil hombres de las fuerzas especiales, con una treintena de aviones y una flotilla de helicópteros, partieron hacia el Caguán a bombardear 200 sitios estratégicos de la guerrilla. La ‘Operación Tánatos’, que significa muerte, obligó a la guerrilla a retirarse, pero no pudo acabar la guerra.
Pero no es fue el único caso. Mucho antes, durante el Gobierno de César Gaviria, el secuestro del congresista Argelino Durán Quintero provocó también otra frustración.
Las conversaciones entre la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar comenzaron en junio de 1991 en Caracas, Venezuela, donde se reunieron en dos ocasiones. Los diálogos de paz se trasladaron a Tlaxcala, México, ante el Golpe de Estado de febrero de 1992 en Venezuela.
El 26 de enero de 1992, en plenas conversaciones fue secuestrado Durán Quintero en Ocaña (Norte de Santander) por guerrilleros del Ejército Popular de Liberación (Epl) con la complicidad de otro congresista conservador.
El congresista murió de un paro cardiaco, en pleno cautiverio el 14 de marzo de 1992. Su deceso provocó la ruptura de los diálogos de paz, que se realizaban en Tlaxcala (México) el 4 de mayo de 1992. La salida negociada terminó otra vez en el fracaso.
Ahora, el secuestro del general Rubén Darío Alzate, un suboficial y una funcionaria civil, puso en aprietos, el proceso de paz que mañana cumple dos años con los más significativos avances. Pero también el secuestro de otros dos soldados en Arauca, el crimen de dos indígenas en el Cauca y numerosos ataques que se han registrado a lo largo y ancho del país. El Huila no ha sido la excepción en esta escalada de violencia.
Contrario a lo que ocurrió con Pastrana, esta vez el presidente Santos no ordenó el bombardeo de los campamentos, pero condicionó la continuidad de las negociaciones. “A veces hay confusión sobre los avances que se han logrado, por desconocimiento y –sobre todo– porque es difícil entender que, mientras se habla en La Habana, la confrontación sigue en el país”, explicó el presidente Santos en una breve alocución.
“Pero estamos hablando de parar la guerra de una vez por todas. Esto se logra con la terminación del conflicto. No con una simple tregua”, repitió. Y de paso, reiteró que en este caso, no habrá tregua, como lo preparaba Pastrana. Si se reanudan los diálogos, se mantendrá la misma fórmula: “Conversar en medio del conflicto es la forma más efectiva para ponerle punto final a esta absurda guerra”, subrayó Santos.