«Muy de madrugada, se reunieron a deliberar los jefes de los sacerdotes, junto con los ancianos, los maestros de la ley y todo el Consejo de Ancianos; luego llevaron a Jesús atado y se lo entregaron a Pilatos. Pilatos le preguntó: – ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: –Tú lo dices. Los jefes de los sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilatos lo interrogó de nuevo diciendo: – ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan. Pero Jesús no respondió nada más, de modo que Pilatos se quedó extrañado. Por la fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran. Tenía encarcelado a un tal Barrabás con los sediciosos que habían cometido un asesinato en un motín. Cuando llegó la gente, comenzó a pedir lo que les solía conceder. Pilatos les dijo: – ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos? Pues sabía que los jefes de los sacerdotes habían entregado a Jesús por envidia. Los jefes de los sacerdotes azuzaron a la gente para que le soltase a Barrabás. Pilatos les preguntó otra vez: – ¿Y qué queréis que haga con el que llamáis rey de los judíos? Ellos gritaron: – ¡Crucifícalo! Pilatos les replicó: –Pues ¿qué ha hecho de malo? Pero ellos gritaron todavía más fuerte: – ¡Crucifícalo!» (Marcos 15, 1-39).
Padre Elcías Trujillo Núñez
Llegamos a la etapa final de la Cuaresma. Con este Domingo de Ramos, iniciamos la Semana Santa, también llamada Semana Mayor. Mientras Jesús entra en Jerusalén, es aclamado, para luego el viernes siguiente, incluso por sus discípulos amigos ser abandonado. Hoy es la entrada triunfal de Jesús en la ciudad de la paz. Parece que los ramos de olivo, o las palmas, son como el anuncio de la victoria, pero también parece que son el anuncio de la participación en la cruz. Jesús sabe a dónde va, no camina engañado, no es sorpresa para Él. Sabía perfectamente dónde iba y Él mismo decía “Padre, si es posible aparta de mí este cáliz, pero que se cumpla tu voluntad.” Y por obediencia a Dios Padre y por amor a nosotros, Él se entrega libremente.
En esta Semana Santa actualizamos el misterio de Dios en el misterio de Cristo, es la decisión de Dios, en su Hijo Jesucristo, de salvarnos definitivamente. Esta participación al misterio pascual es lo más importante que nosotros podemos vivir y lo más serio que podemos implementar en nuestra vida. Esta toma de decisión de Dios, también tiene que repercutir en nosotros, para tener una toma de posición en nuestra vida personal. No seamos indiferentes. No miremos para otro lado, centrémonos en este misterio. Si alguno sale de viaje a descansar, que este descanso sea en el Señor. Que no sean meros días de vacaciones. Que sean días de intensidad pues somos invitados a vivir el misterio de Dios. Le aconsejo leer toda la Pasión, para ver la superficialidad y la cobardía de los demás personajes. Cuando digo la cobardía de todos los demás, también estoy hablando de nuestras propias cobardías; no sólo son los otros quienes pueden vivir así, también somos nosotros los que muchas veces vivimos así.
Esas palabras, esas voces, ¡hosanna, hosanna, bendito!, aclaman a Dios y a los pocos días gritarán ¡crucifícalo, crucifícalo! Las mismas voces, en las mismas bocas y con distintas palabras, es la versatilidad del hombre, muy grande y a la vez muy pequeño.
Cristo viene a resolver el pecado. Cristo viene a resolver el misterio lapidario de la muerte. Cristo viene también a reunificarnos en nuestra vida personal, familiar, social, para que seamos consecuentes en lo que creemos, consecuentes en lo que pensamos, y consecuentes en lo que vivimos y logramos.
Nadie está eximido, ni nadie está excluido. Todos nosotros, en la medida que nos demos cuenta del misterio de la verdad, vamos a morir con Cristo, pero también vamos a resucitar con Cristo. Y resucitar con Cristo es gozar de la vida nueva.
Esta Semana Santa, este domingo de ramos, nos introduce en el misterio central de nuestra vida. Que nos involucremos, que nos pongamos en los personajes y que nos encontremos también allí. Pero que también tengamos la dicha de recibir el consuelo de Dios, la mirada misericordiosa de Dios. Que podamos recibir el perdón de Dios, por eso es importante esta semana que nos podamos confesar ante un sacerdote para recibir el perdón de Dios. Tengan una buena Semana Santa. A entrar en el misterio y a dejarnos llevar por él entregándole también nosotros nuestra vida, nuestro corazón.
Nota: le invito a celebrar con fe estos días santos. Participe en su Parroquia de todas las celebraciones programadas.