Tras la parodia electoral de julio en 2024, y de manera inmediata, el Pacto Histórico en general reconoció al tirano de Miraflores, Nicolás Maduro, como presidente legítimo de Venezuela. El fraude electoral fue el principal motivo para que la izquierda colombiana decidiera congraciarse con los matones que oprimen a Venezuela.
Los colombianos no deberían perder de vista que dicho reconocimiento ha sido una manera expresa de avalar todos los crímenes que ha cometido el régimen chavista. Así, el Pacto Histórico de Gustavo Petro se ha convertido en el testaferro moral de un régimen de asesinos. Claramente, existe una sintonía entre el chavismo y la izquierda colombiana que, por demás, ha justificado todos los crímenes de las guerrillas colombianas. La interdependencia entre chavismo y guerrilleros es más que nítida.
Esta interdependencia ha sido una de las grandes contradicciones de nuestros últimos tiempos porque no se explica que el chavismo tenga una imagen negativa en la opinión pública pero, a su vez, legitimen la brutalidad de la guerra de guerrillas. No hay lógica alguna que explique que no vean con buenos ojos al chavismo y a la vez voten favorablemente por los guerrilleros.
Por esas rarezas de la democracia colombiana es que cuesta creer que el electorado colombiano, fácilmente manipulable, tenga una sólida cultura política y democrática.
Esta misma incongruencia no sucede al interior de las filas de la Administración por Sobresaltos porque la afinidad es consustancial. Petro es un hombre de apariencias y en esto tampoco hay una excepción porque en muchas ocasiones he resaltado que Petro repite y replica, como sub-intelectual que es, lo que hace Lula da Silva.
En efecto, Petro quiere aparentar una distancia con Maduro, pero el país sabe que son dos caras de una misma moneda llamada socialismo. Estos socialistas irremediables, o fabricantes de miseria, que dicen lo mismo y tienen el mismo código de conducta se necesitan mutuamente.
Creo que la gran equivocación del hombre del M-19 es su pusilanimidad. Si Maduro no cae tendrá en Miraflores un grupo de enemigos. Ya Daniel Ortega ha señalado a Lula y a su propio hermano de armas (Petro) como un par de traidores. Luego, puede ser que el chavismo termine por declararlo como un “traidorcito” al que fácilmente pueden cobrarle su hipocresía y cobardía con la tal llamada Paz Total de la que Venezuela es garante.
Si Maduro sale de Miraflores, será un golpe para los simpatizantes de las guerrillas en Colombia; es decir, para el petrismo. Si se mantiene, desafortunadamente alentará a que la guerrilla se mantenga en el poder, a pesar de su manifiesta ineptitud, incompetencia, corrupción e ignorancia para la gestión de lo público.