Se cumplió el domingo pasado 18 de agosto un aniversario más, el 24, del magnicidio del dirigente liberal Luis Carlos Galán Sarmiento sin que casi nadie en el país se haya dado por enterado, comenzando por las mismas instituciones del Estado o el propio Partido Liberal o acaso su propia familia, tan depositaria de su legado político e ideológico. Luis Carlos Galán Sarmiento encarnó en su momento la esperanza y la fe en la recuperación moral, ética y digna del país, azotados como estábamos por una influencia a todos los niveles del nefando poder del narcotráfico, incrustados esos delincuentes en todos los órganos de la vida nacional y poseídos tales capos de una sed interminable de dinero a tal punto que Colombia era considerada una democracia mafiosa.
Y ahí estaba Galán enhiesto, firme como la roca contra esos poderes tenebrosos, siguiendo la misma línea que se había trazado con su gran copartidario y segundo a bordo Rodrigo Lara Bonilla, asesinado en abril de 1984 como Ministro de Justicia, siendo el primero de una serie dolorosa de pérdidas humanas de la mejor calidad para el país al que siguieron los prohombres de la Corte Suprema de Justicia en la toma del M-19, el director de El Espectador Guillermo Cano, los líderes Manuel Cepeda Vargas, Bernardo Jaramillo Ossa, Jaime Pardo Leal. Y miles de colombianos que osaron contrariar los deseos o los intereses de personajes del peor nivel y la más grande capacidad de destrucción como Pablo Escobar, “El Mexicano”, los Rodríguez Orejuela, Carlos Lehder y tantos otros sujetos de calaña despreciable, mezclados o en contubernio con manos oscuras desde la misma política o encubiertos en instituciones del Estado, armadas y civiles.
Y pese a ese altísimo costo pagado por quienes pusieron el pecho a esas balas y bombas asesinas, el país suele ir dejando lenta e inexorablemente esa memoria en el olvido, pasando las páginas mucho más rápido de lo que sería pertinente y superponiendo asuntos triviales e inútiles sobre lo que verdaderamente debería importarnos como Nación en formación. La historia de Galán, como ser humano y como líder, debería ser parte esencial obligatoria de los textos académicos desde la primaria hasta los niveles universitarios, al igual que los demás que hemos mencionado en esta cruenta lista de las víctimas del crimen organizado que nos ha golpeado en la historia nacional.
No es justo con aquellos reales héroes del país el hecho de que ni la misma fecha de su desaparición sea significativa en los calendarios; de la misma manera que destinamos jornadas para exaltar a personajes, por ejemplo, del santoral católico – que si bien hacen parte de la fe mayoritaria, en todo caso son ajenos a nuestra nacionalidad – deberíamos promover que el 18 de agosto, día del magnicidio de Galán o el 30 de abril en el que mataron a Lara o el 6 de noviembre de la horrible Toma del Palacio de Justicia, se convirtieran en momentos de reflexión y recordatorio. Pero en ello nuestra memoria sigue siendo frágil.
“Luis Carlos Galán Sarmiento encarnó en su momento la esperanza y la fe en la recuperación moral, ética y digna del país”.
Editorialito
Los cafeteros del Huila cumplieron, como los cultivadores de otras regiones. La protesta se aplazó y el Huila registra una completa normalidad. Excepto, claro, algunos campesinos desplazados por la fuerza desde el Caquetá. Ahora, al gobierno le toca cumplir, para evitar, como ocurrió que en poco tiempo, se activen de nuevo las alarmas.