La revuelta en Siria contra el presidente Bashar al Asad cumple su primer aniversario con una escalada de la violencia entre los opositores y un régimen que reprime la revuelta reforzado por el bloqueo diplomático surgido de las divisiones internacionales. La revuelta en Siria contra el presidente Bashar al Asad cumple su primer aniversario con una escalada de la violencia entre los opositores y un régimen que reprime la revuelta reforzado por el bloqueo diplomático surgido de las divisiones internacionales. DAMASCO (AFP) – Decenas de miles de sirios salieron a las calles a manifestar su apoyo al presidente Bashar al Asad, en una demostración de fuerza del régimen, cuando se cumple el primer aniversario de la revuelta popular que es reprimida de manera sangrienta. En momentos en que esas gigantescas manifestaciones se llevaban a cabo en varias ciudades, entre ellas Damasco, las fuerzas del régimen intensificaban su sangrienta ofensiva contra los bastiones rebeldes, sobre todo en Idleb y dispersaban manifestaciones de opositores. Las violencias causaron ayer 16 muertos en el país, según militantes. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) estima que la represión ha causado más de 9.000 muertos, en su mayoría civiles, desde el 15 de marzo de 2011, día en que estalló la revuelta, cuya importancia es negada por el régimen, que la califica de terrorismo. Según la agencia oficial Sana, “millones de sirios afluyeron para decirle al mundo que el pueblo sirio ha escogido la unidad nacional y la estabilidad”. Los manifestantes enarbolaban banderas sirias y rusas para “agradecer a Moscú su apoyo a Damasco”. Al mismo tiempo, policías lanzaron gases lacrimógenos contra una manifestación de estudiantes opositores al régimen en Alep, segunda ciudad del país, mientras que en Duma (a 13 km de Damasco) las fuerzas del orden dispararon contra los manifestantes. Por su lado, los opositores al régimen convocaron varios días de manifestaciones en Siria y en el mundo para reclamar, una vez más, la partida de Asad. Algunas manifestaciones contrarias al régimen fueron dispersadas por las fuerzas de seguridad, según los Comités Locales de Coordinación (LCC) que coordinan la protesta en el terreno. Ayer jueves, nueve civiles murieron en la provincia de Idleb y los cuerpos de 23 personas con marcas de tortura fueron hallados en esta zona, según el OSDH. Human Rights Watch (HRW) denunció una política de “tierras quemadas”. En Idleb, el ejército disparó “indiscriminadamente”, y procedió a “arrestos tras registrar casa por casa, saqueó domicilios e incendió viviendas”, según HRW que citó a testigos y dio un balance de al menos 114 civiles muertos en cuatro días de ofensiva. En paralelo, unos 1.000 sirios, entre ellos un general del ejército, llegaron en las últimas 24 horas a Turquía, elevando a 14.700 la cantidad de refugiados en el país, según Ankara, que afirmó que Siria sembró minas en la frontera para impedir el paso de los refugiados. La Media Luna Roja teme que la cantidad de refugiados que huyen de Siria por la represión del régimen de Damasco ascienda a 500.000 personas. “(…) Existen diferentes escenarios que prevén una cifra que puede llegar hasta las 500.000” personas, dijo el jefe de la Media Luna Roja turca, Ahmet Lüfti Akar. Según la ONU, más de 30.000 sirios que huían de la represión se refugiaron en el país vecino y unos 200.000 fueron desplazados en el interior del país, donde Amnistía Internacional denunció la “tortura sistemática” de los detenidos, a “un nivel jamás visto desde hacía años”. Los llamamientos para poner fin a esta espiral de violencia son diarios. Alrededor de 200 organizaciones de defensa de los derechos humanos exhortaron a la ONU y a Rusia, principal apoyo del régimen, a actuar para poner fin al derramamiento de sangre. El ministro francés de Relaciones Exteriores, Alain Juppé, estimó que entregar armas a la oposición suponía un riesgo de “guerra civil”. En Turquía, un “convoy de la libertad” compuesto por unos centenares de militantes, en su mayoría sirios, partió de Gaziantep para entregar ayuda humanitaria. No pudieron ingresar a Siria por lo que anunciaron que repartirían la ayuda entre los refugiados sirios. Los manifestantes enarbolaban banderas sirias y rusas para “agradecer a Moscú su apoyo a Damasco”.