El Gobierno y las FARC pueden inventarse lo que se les ocurra para conseguir aquello de la seguridad de lo acordado , y poner a lúcidas mentes jurídicas a explicar el resultado del ejercicio de prestidigitación que están haciendo , pero no conseguirán garantizar la sostenibilidad de los acuerdos recorriendo el camino que han escogido.
Así de claro !
El acto legislativo al que le van a meter un orangután a última hora podrá ser reformado mañana.
La ley que los constituyentes del 2016 , reunidos en Cuba , le ordenan aprobar al Congreso , revocado y convertido en despacho notarial , será susceptible de cambios en cualquier momento.
Y el otro acto legislativo que la asamblea constitucional de hecho , que sesiona en la isla de los Castro , dispone que tiene que incorporarse a la Carta , para que haga parte de su texto la jurisdicción especial para la paz , también puede modificarse.
De otro lado , pretender que la radicación de las hojas rubricadas por el Presidente Santos y Timochenko en Ginebra y Nueva York les de el carácter de instrumento internacional con fuerza de tratado , así no tengan esa naturaleza , es apenas algo que envidiaría la imaginación de García Márquez.
Realismo mágico solamente , nada más.
Cómo será de frágil todo , que la complejidad del diseño que se les ocurrió se asemeja a un garabato sin verdadera fuerza normativa constitucional o legal , a la luz del propósito de que lo firmado en Cuba sea seguro , sostenible y pétreo.
Estamos viviendo un episodio lamentable.
Se sigue jugando con la ilusión de alcanzar la paz que acariciamos todos los colombianos , porque el engendro se construye sobre la base del supuesto desarrollo del derecho a la paz , que está consagrado en la Constitución.
Pero la engañosa argumentación se monta en la falacia , repetida por los pretendidos voceros de la reconciliación , según la cual este país está dividido entre amigos y enemigos de la paz.
Fracturando artificialmente a los colombianos , y difamando a quienes ejercen democráticamente su derecho a la crítica y la propuesta , dizque buscan construir un edificio de convivencia y armonía.
Vivir para ver !
Lo más sorprendente es que , si se quiere que los acuerdos tengan legitimidad popular y sostenibilidad , no se acuda al camino institucional contemplado en nuestro estatuto básico.
Esa ruta es el referendo.
Muchas veces se ha hablado en este espacio de las dificultades prácticas que tendría y se ha propuesto un gran acuerdo político y de Estado sobre un mecanismo de refrendación nuevo.
Esa propuesta sigue vigente.
No obstante , de cara al afán del blindaje que muestran los constituyentes del 2016 , es urgente recordarles que la herramienta ya existe.
Es innecesario que actúen como fabulistas o como sastres de un traje hecho a la medida del momento , no del porvenir de la nación.
Basta recordarles que el único y verdadero blindador autorizado de lo que él mismo apruebe , es el pueblo colombiano.