Alexánder Molina Guzmán
Que el crecimiento de la población es mayor a la capacidad que tiene la tierra para producir los recursos que esa población necesita para alimentarse, es un hecho irrefutable. Es un efecto a la inversa, entre más aumenta la población más se agotan los recursos. Cada niño que nace es una persona que en potencia presionará más para obtener sus propios recursos de supervivencia. Y eso que sólo hablamos de los recursos naturales, porque también será una persona más que presionará en lo social y en lo económico para su desarrollo integral.
Entonces, la cuestión es que los actuales y futuros jóvenes tendrán que pensar muy bien si quieren en verdad tener hijos. Porque lo preocupante es que no estén preparados para tomar ese tipo de decisiones y se sigan reproduciendo “sin querer queriendo”. Por eso la educación sexual de nuestros hijos debe ser crucial en la casa y en los establecimientos educativos. Aquí ya no valen las frases que “el niño viene con el pan debajo del brazo”, “dios proveerá”, con todo el respeto que me merecen las personas verdaderamente religiosas, o que “hay que conocer la pinta”.
Es que la primera gran responsabilidad que debe tener una persona, cualquier persona, es con su sexualidad. Sí claro, rico el sexo, la folladera, la cogedera o como lo quieran llamar, pero con suma responsabilidad. Porque ya el problema actual no es que se pierda la virginidad antes del matrimonio, sino que hayan embarazos no deseados antes del matrimonio, después del matrimonio o ¡así no haya matrimonio!
Ojo jóvenes, ustedes hoy en día tienen más libertad que las que tuvieron generaciones pasadas o si no hablen con sus padres y abuelos a ver qué les dicen. Y por eso hoy más que nunca deben demostrar que son mucho más responsables con su sexualidad. Ahora no sólo vale pensar cuál es la mejor edad para tener hijos. No. Ahora también hay que pensar desde un enfoque social, demográfico o económico. Porque un hijo o varios los afectará, para bien o para mal, desde muchos puntos de vista.
Ya me encontrado con jóvenes y con personas adultas que han decidido no tener hijos. Y eso es respetable. Igual de respetable al querer tenerlos, por supuesto, pero con razones poderosas. Como un ejemplo real, de tener razones y tomar la decisión de tener hijos o no, a los jóvenes les recomiendo que “desempolven” un artículo que escribió Margarita Rosa de Francisco, se llama No tener hijos y es sobre su propia decisión de no tenerlos. Lo pueden encontrar en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16688482. Les puede servir de ilustración.