‘Tenía apenas 26 años y la vida deshecha por tres mal nacidos’

Jineth Bedoya participó en el Foro Internacional ‘Diálogos de Paz y Libertad de Prensa’.

Las lágrimas de Jineth Bedoya, subdirectora de El Tiempo, son conmovedoras. Durante el Foro Internacional 'Diálogos de Paz y Libertad de Prensa' en Bogotá, lloró recordando los duros momentos que enfrentó cuando fue secuestrada por un grupo paramilitar durante 16 horas en el año 2000.

"Llegué a la cárcel Modelo de Bogotá en busca de una entrevista con un paramilitar y terminé drogada, amordazada y en la parte trasera de una camioneta…Intenté quitarme la venda que tenía en los ojos y la respuesta fue una patada en la cara. La camioneta se detuvo en un campo abierto donde había muchos hombres. De nuevo el sujeto que me había apuntado con una pistola en la puerta de la cárcel, por enésima vez puso su arma sobre mi sien, la cargó y luego de golpearme me obligó a abrir los ojos: “míreme bien la cara hijueputa; míremela porque no se le va a olvidar nunca”.
 


Jineth Bedoya debatiendo temas de libertad de prensa con los también periodistas Catalina Botero e Ignacio Gómez.

Tenía 26 años cuando se enfrentó a la muerte, a los hombres que investigaba por tráfico de armas y conformación de una red de corrupción entre los paramilitares, las Farc y la Fuerza Pública en Colombia.

"Intenté de todas las maneras posibles evitar que me quitara el pantalón y la ropa interior. Traté de reunir todas las fuerzas posibles para que no me tocara ni se acercara a mi cuerpo, pero sus otros compinches llegaron para acabarme de hundir en la humillación. Tenía apenas 26 años y la vida deshecha por tres mal nacidos”, apartes del testimonio que entregó en La Habana, Cuba, donde fue invitada como víctima del conflicto armado.

LA NACIÓN, único medio de comunicación del Huila que participa en el foro, organizado por la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, dialogó con Jineth, la periodista que además de informar e investigar, es una abanderada de las mujeres víctimas de abuso sexual. Reconoce que la batalla es difícil, teniendo en cuenta que la justicia en muchos casos, es complaciente con los victimarios.

Confía en la firma de un acuerdo con las Farc, pero reconoce que las mujeres víctimas de abusos sexuales durante el conflicto es un tema que no le interesa a los negociadores.
 
¿El tráfico de armas y la participación de paramilitares, Farc y Fuerza Pública fueron uno de los detonantes de su secuestro?
Yo no pude publicar mi investigación porque me secuestraron, a través de ella descubrí una gran red de armas y de secuestro manejados por integrantes de la Fuerza Pública, que hacían negociaciones con las Farc y paramilitares y esta era la red que secuestraba a los empresarios, a las personas de este país y luego se la vendían a la guerrilla. Pero también era la red que le recibía las armas a los paramilitares en Urabá y luego se las vendían nuevamente otros grupos armados.

Públicamente nos decían que hubo una confrontación contra los grupos armados ilegales, pero por debajo de la mesa, ellos mismos hacían las negociaciones para tener beneficios económicos. En el Urabá operaban el frente 57 de las Farc y los hombres de la familia Rincón Herrera, estoy hablando del 'Alemán', 'Don Mario' y otros que hacían parte del bloque 'Élmer Cárdenas'.

Las armas llegaban al puerto de Urabá en container, los paramilitares se las entregaban a gente de confianza que luego las entregaban a la Policía y el Ejército. En fin no importaba vender munición a los enemigos, era un círculo vicioso, un plato corrupto en donde todos comían, porque lo que importaba era la plata.
 
¿Esta peligrosa red existía en otras zonas del país?
A lo largo del país hubo muchos frentes de las Farc que hicieron nexos con la Fuerza Pública, en Cundinamarca el frente 53 y en el Meta el frente 27, entonces es un tema de doble moral dentro de este conflicto armado, públicamente fueron enemigos, pero fíjese, terminaron vendiéndoles armas.
 
¿Por su fortaleza al hablar y defender a las mujeres, uno pensaría que ya no duele tanto ese trágico episodio de secuestro, violencia y abuso sexual, pero sus lágrimas demuestran que todavía existe dolor?

Me va a seguir doliendo hasta el último día de mi vida, la gente me dice ¿por qué 15 años después sigue llorando? Yo les digo no voy a dejar de llorar y no lo dejo de hacer porque mi caso está en la completa impunidad, pero además porque yo creo que ya no es solamente mi caso, es que en medio de todo este trasegar, en medio de este camino, se van encontrando de más y más mujeres, que al final sale siendo el mismo tuyo. Es muy difícil dar la pelea, cuando la propia justicia no ha tenido la valentía de asumir la responsabilidad para llevar a la cárcel a los victimarios, pero más cuando en la misma justicia, las mismas autoridades o han participado o han sido permisivas par que esa impunidad se mantenga. Muchos de los casos de los periodistas asesinados no avanzan porque los mismos fiscales estigmatizan a los comunicadores con grupos políticos y eso es lo que pasa con los periodistas amenazados.

Algo positivo es que mi secuestro y abuso sexual fue declarado por la Fiscalía General como crimen de lesa humanidad y, en consecuencia, no prescribirá ni se archivará.
 
Usted relató su verdad en La Habana y ha sido la única periodista víctima que ha estado en las entrañas de este proceso. ¿Es verdad todo lo que sale en los medios? ¿Avanza lento o rápido?

La gente tiene que entender que negociar la paz es lo más difícil que existe, más fácil es hacer la guerra, porque es poder acceder a armas y ya, pero sentarse a llegar a puntos comunes sobre la paz es complicado. Nos hace falta caminar un camino muy largo, y hay momentos álgidos en el proceso de negociación, yo tengo la firme convicción de que habrá una firma de paz, pero existe una preocupación muy grande de las mujeres que han sido víctimas de violencia de género, porque ese tema dentro de la mesa no cala, porque los negociadores son hombres y porque para los negociadores es difícil aceptar que la violencia de género ha sido algo sistemático por parte de todos los grupos armados de este país. Así que hay unos puntos muy difíciles que nosotros como sobrevivientes no vamos a permitir de que no queden incluidos en el proceso que no tengan justicia, es difícil, es camino largo, pero necesario.
 


Las lágrimas de Jineth llegan cuando comparte su historia y aborda temas de impunidad.

 
¿El Huila y gran parte de la región sur del país cree poco en el proceso de paz, consecuencia de las acciones violentas, especialmente de las Farc, en un eventual acuerdo que viene para esta zona del país?

 Yo creo que el Huila todavía no llegamos al posconflicto, nosotros seguimos en guerra. El hecho del que haya un cese del fuego unilateral por parte de las Farc y un cese de bombardeos por parte de las fuerzas militares no quiere decir de que esto se haya acabado, estamos en esa transición de saber si vamos a llegar a ese posconflicto, yo creo que una de las zonas más complejas para poder asimilar lo que va a pasar, sin duda alguna será el sur del país, Tolima, Huila, Cauca, Nariño y Caquetá, regiones marcadas por todos los grupos armados, por todos los tipos de confrontaciones, pero sobretodo por un abandono total del Estado en muchas poblaciones y creo que ahí es donde está el punto. Nosotros no podemos juntar a los periodistas, cuando se firme el acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc a que sigan haciendo el trabajo como si no hubiera pasado nada, porque lamentablemente este país está cargado de odios y del temor particular, pese a que se firme un compromiso de paz en esas regiones se siga viviendo ese odio y esa polarización que no ha acompañado durante tanto tiempo.

El compromiso de los periodistas, la tarea tiene que ser documentarse en el posconflicto, no nos podemos dar el lujo, de no documentar lo que pase en la transición que vive nuestro país y yo creo que desde acá, desde el centro del país y entre las organizaciones grandes, la responsabilidad que tenemos es respaldar a ustedes, blindarlos, porque vienen días difíciles.
 
En el Huila se habla mucho de víctimas, pero es poco lo que realmente se hace por ellas, inversiones llegan, pero no pasa nada, ¿Qué está pasando?
Yo creo que la Unidad de Víctimas ha hecho su mejor esfuerzo para intentar reparar a las víctimas, pero las cifras lo dicen todo. Son casi siete millones de víctimas, pero solo se han podido reparar 500.000, entones, miren usted lo que hace falta y lo peor de todo es que la cifra actual corresponde al casos viejos. Hoy seguimos teniendo víctimas, seguimos teniendo personas extorsionadas, seguimos mujeres violadas, seguimos teniendo amenazas.

Las víctimas tienen una parte fundamental en la transformación del país. El proceso de paz no se puede firma sin tener por  ir por encima el narcotráfico, la condición política de los acuerdos solidarios, en este tema el verdadero impacto es para las víctimas.
 

 
 

 

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