No se trata de criticar la visita de un ministro al Huila. Al contrario, siempre hemos reclamado la presencia de altos funcionarios del Gobierno Nacional, porque suelen dejar algo positivo. Sin embargo, en el caso del ministro de Defensa, Iván Velásquez, tenemos que lamentar sus frecuentes viajes a nuestra región porque no han dejado nada, salvo más dolor.
No importa cuántas veces haya pisado suelo huilense el ministro Velásquez, sabemos que muchas. Tal vez un poco menos que los 22 atentados terroristas registrados en Neiva, sólo en 2024, incluyendo el más reciente en el Asadero Las Vegas. Pero, mientras Velásquez aparece rodeado de la cúpula militar y policial en el Huila, la situación de orden público empeora a diario. Así de simple: empeora.
Hace más de tres meses denuncié en estas mismas páginas de LA NACIÓN, “la maldita extorsión” que azota a comerciantes, finqueros y empresarios en general. Y en lugar de disminuir, este flagelo se expande sin control. Bandas de criminales, de todas las pelambres, grandes y pequeñas, recorren Neiva y el Huila, arrebatando a mano armada el fruto del esfuerzo de los huilenses y sus familias.
Mientras tanto, el Gobierno Nacional prefiere sentarse a negociar con los mismos grupos de bandidos que asesinan soldados, secuestran empresarios y extorsionan sin tregua y en todas partes. Porque la Fuerza Pública está maniatada y desmantelada, algo evidente y ya insostenible. Y aunque Velásquez sigue visitando la región con frecuencia, pareciera que su único propósito es el de tomar buen café, porque el orden público se deteriora sistemáticamente, mientras responde con evasivas ante la tragedia diaria que vive el Huila.
El problema, desde luego, no es exclusivo de nuestra región. Esta semana, mientras el ministro repartía regalos en el marco de la campaña Correo de la Gratitud en Neiva, el ELN asesinaba a cinco militares en Antioquia. Simultáneamente, se conocía que las FARC, también en “diálogos” con el gobierno, tienen en la mira con amenazas de muerte al congresista Julio César Triana y al diputado Omar Alexis Díaz. Y la respuesta oficial sigue siendo la misma: condenas tibias e inútiles a esa realidad. Todo sigue peor.
Esto no puede reducirse a quejas ni a estadísticas cada vez más escalofriantes. Es urgente un punto final a esta desgracia. Que la próxima visita de Velásquez al Huila sea para celebrar muchas capturas y bajas de criminales, no para anunciar nuevas medidas que, como siempre, resultan ineficaces. Los huilenses merecemos algo más que promesas vacías y excusas de escritorio.