Tres días después de la publicación de “¡Trabaje, vago!”, ‘El Colombiano’ en su editorial se preguntaba: “¿Cuántas fallas lleva Petro?” La relación de ausencias durante el primer año de la Administración por Sobresaltos, según el editorial, fue:
“En su primer año de gobierno, se constató que Petro nunca llegó o llegó tarde a 82 citas. Y ese vicio de no llegar lo sigue acompañando. No llegó a San Andrés a celebrar con los raizales el fallo de La Haya, ni a Medellín a lanzar su programa de “jóvenes en paz”, también dejó plantadas a las víctimas del invierno de la Mojana, a los habitantes de Maicao, a los de Palmira y Sevilla, por lo menos tres veces dejó en visto al Chocó, a todos los alcaldes en su cumbre en Bucaramanga y a los gobernadores primero en la cumbre de Santa Marta y después en la de Cartagena. Tampoco llegó al desayuno al que habían invitado, en Madrid, a 35 presidentes de las más grandes empresas de España, ni a una reunión con el presidente Boric en Chile, ni recibió al mandatario paraguayo Mario Abdo que vino a visitarlo en Bogotá, le llegó tarde al poderoso Joe Biden, tampoco fue a la reunión que convocó el español Pedro Sánchez en la ONU, y así sucesivamente”.
De acuerdo con El Colombiano, ni el peor déspota se hubiera atrevido a propinarle un desplante a sus correligionarios de la Unión Patriótica-UP y menos a mirar con indiferencia y desprecio la crisis de desorden público desatada en El Plateado. Entre otras muchas cosas, a Petro le queda grande: trabajar, trabajar y trabajar.
Remata el editorial señalando que Petro delega sus funciones a Laura Sarabia, una joven inexperta que a sus 30 años ha terminado por echarse al hombro gran parte de la carga del despacho presidencial.
Quiero resaltar este tema porque que ninguna feminista aboga por la manera incruenta en que un patriarca que pretende reafirmar su condición de macho (dada las dudas que se generan por el caso de Linda Yepes) termina por explotar a una mujer que, en condición de delegataria, no recibe el mismo sueldo del holgazán delegante. Como siempre, las petro-feministas (y petro-feministos) con su doble o triple moral.
Para ir cerrando, resulta una obligación traer a tiempo presente que al presidente Iván Duque se le maltrató por ser un joven Jefe de Estado. Se usaron en su contra todo tipo de epítetos personales para humillarlo por todos los medios posibles ¿Y todo para qué? para terminar en manos de una mujer más joven, más inexperta y, de lejos, menos cultivada en los intrincados asuntos de Estado y de Gobierno.