Trabajemos por nuestra infancia

El pasado 20 de noviembre, el planeta se unió para rememorar el Día Mundial de la Infancia. Esta fecha, de gran relevancia, fue establecida en 1954 por las Naciones Unidas como una ocasión para reflexionar sobre el pasado, el presente y el futuro de nuestros niños y niñas.

Con motivo de esta conmemoración, la Unicef ha publicado un estudio donde expone los avances de la Convención sobre los Derechos del Niño desde 1989 y la situación actual de la infancia en 2024. Además, ha iniciado un debate global sobre tres factores que influirán en este sector para 2050: cambios demográficos, crisis climática y medioambiental, y tecnologías avanzadas.

Qué bueno sería que, en Neiva, al igual que en la ONU y muchas otras ciudades del país y el mundo, estas discusiones en favor de nuestros niños y niñas estuvieran en el primer orden del día en nuestras corporaciones públicas y también en los diferentes sectores de la sociedad.

Lamentablemente, en los últimos seis meses, nuestra ciudad ha estado atrapada en discusiones personales que han afectado los debates y proyectos importantes. Esto ha ocurrido incluso en los que se estaban discutiendo, mientras la brecha para lograr una sociedad más justa y equitativa para los niños sigue creciendo.

De acuerdo con el DANE, según el censo de 2018 en Neiva, la proyección para 2025 indica que la población en primera infancia (0-4 años) será de 29,545 niños y niñas. Por otro lado, la proyección para la población infantil de 5 a 13 años es de 61.183 niños y niñas.

En medio de las limitaciones presupuestales, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el municipio de Neiva, mediante la Secretaría de Infancia, realizan un esfuerzo para generar un impacto positivo en este sector poblacional que enfrenta múltiples necesidades en educación, salud, alimentación y depresión, entre muchas otras.

En Neiva, un territorio donde las bandas criminales avanzan implacablemente, atrapando y reclutando a niños, niñas y jóvenes para cometer delitos que abarcan desde robos hasta homicidios, incluyendo extorsión, narcotráfico y explotación sexual, surge una inquietante pregunta que no podemos ignorar:

¿Cómo podemos construir juntos una ciudad donde cada uno de ellos tenga la oportunidad de disfrutar plenamente de sus derechos, crecer, prosperar y alcanzar sus sueños con esperanza y dignidad?

Es momento de que asumamos nuestro papel como ciudadanos y dejemos de ser meros habitantes de un territorio. Es hora de ocuparnos de lo realmente esencial y dejar la banalidad que nos sigue haciendo perder tiempo.

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