El regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos promete un desafío sin precedentes en el rol de esta potencia en el ámbito nacional y en las repercusiones en el equilibrio de poder global.
Bajo la frase “Hacer Grande a América de nuevo”, Trump logró despertar en sus electores el anhelo de revivir a la gran potencia líder y autoritaria, discurso con el que paradójicamente ganó terreno entre los latinos, afroamericanos y jóvenes, históricamente votantes por el partido demócrata.
Su política de deportación masiva, que incluye la declaración de emergencia nacional y el uso de las fuerzas militares para este propósito, amenaza directamente el mercado laboral en EE. UU., al tiempo que desconoce el aporte histórico y económico que la comunidad inmigrante ha generado para el desarrollo de los Estados Unidos.
Las posturas de Trump son directas y con muy poco margen de negociación. Se calcula que intentará nombrar a sus secretarios sin la aprobación del Congreso, para lo cual deberá aprovechar los tiempos de receso del legislativo o suspender sus funciones de manera temporal, situación sin precedentes en el tradicional equilibrio de poderes de los Estados Unidos, y postura históricamente impensada en el país llamado a defender la democracia mundial.
Trump se ha autodenominado como un “perseguido” por jueces y fiscales, a propósito de los procesos en los que se vio envuelto en plena campaña presidencial. Ahora se prevé que con revanchismos empiece a influir en la designación de cargos, aumentando sus cuotas en altas cortes y tribunales que le permitan moverse a sus anchas y sin problemas.
En el ámbito internacional hay tres temas que abordarán la atención de Trump y mediarán su capacidad diplomática o autoritaria. El primero es una posible guerra comercial con China debido al incremento de los aranceles. El segundo es la negación sobre el calentamiento global, asociado entre otros aspectos, a la salida Estados Unidos del acuerdo de París, lo que debilitará fuertemente los esfuerzos globales contra el cambio climático. El tercer tema es la guerra entre Ucrania y Rusia, a la que Trump espera dar por terminada en su primer día de mandato. Se cree que promoverá un acuerdo en el que Rusia tome de Ucrania los territorios ocupados, lo cual generará un terrible precedente en temas de ocupación de territorio y abrirá la compuerta a invasiones a través de la fuerza y capacidad militar de los países.
La postura de Trump frente a América Latina también es preocupante teniendo en cuenta su intención de limitar la ayuda para programas sociales y ambientales en la región.
