José Saramago, hace varios años dijo que, todos los animales practican la violencia, es algo común de ver en el mundo natural. Sin embargo, el animal racional, el ser humano, el creador de maravillas como el Quijote, la Critica de la Razón Pura o la Capilla Sixtina, es el responsable de dos creaciones que llevan la violencia a otro nivel: la tortura y la crueldad. El sufrimiento constante, prolongado, la sevicia, son creación humana.
En todo caso, en los siglos de historia humana, ha habido un esfuerzo por humanizarnos, todos más o menos coinciden en que lo que hicieron los mongoles en Bagdad no se podía repetir de nuevo, o lo que hizo Europa Central a África subsahariana con torturas indescriptibles son de las peores atrocidades cometidas, o el asesinato en masa de judíos par parte de la Alemania nazi. Después de cada gran ola de violencia y de degradación humana se crean ordenes que, en teoría, intentan evitar que estas atrocidades se repitan. Europa vivió dos grandes guerras y, al final de la segunda guerra mundial, sobre todo, después del asesinato de 6 millones de judíos, se creó un orden mundial.
Ese orden se basó en cuatro pilares. Por un lado, una entidad que agrupara a todas las naciones del mundo y donde se tramitarían todas las diferencias, para ello se creó las Naciones Unidas. También, se derivaron una serie de acuerdos sobre como hacer una guerra y como evitar la violencia prolongada. Así mismo, se crearon principios e instituciones jurídicas que salvaguardaran la dignidad humana y, los más importante, una serie de principio éticos bajo los cuales se regía la humanidad.
El gran problema, actualmente, es que las instituciones creadas luego de la segunda guerra mundial se están poniendo en juego con el actual genocidio o “limpieza étnica” que está llevando a cabo el gobierno de Netanyahu sobre la población palestina en la Franja de Gaza y en los territorios ocupados de Cisjordania. Un genocidio trasmitido en vivo que la humanidad esta viendo con una indiferencia pavorosa. Hasta el momento, se contabilizar 42 mil asesinatos, donde al menos la mitad son mujeres y niños: se cree que han sido asesinados más de 15 mil niños. Se han bombardeado escuelas, más de dos decenas y se ha prohibido la entrada de alimentos a la Franja para que los palestinos mueran de hambre.
Las imágenes son horrorosas. La última vez que ocurrió algo parecido fue en la guerra los Balcanes, pero la comunidad internacional actuó y se crearon tribunales para juzgar esa limpieza étnica. Esta vez no pasa nada.
El rechazo a ese genocidio cometido contra el pueblo palestino debe ser denunciado y debe ser rechazado con firmeza. Por ello, no me canso de repetir que lo que ocurre en la Palestina ocupada no puede ser permitido, porque en algunos años, cuando la historia comience a juzgarnos y nuestros hijos y nietos nos vean con una mirada inquisidora y nos pregunten por qué permitimos esa barbaridad, no quiero estar entre aquellos que no hicieron nada.