Los sombreros suaceños elaborados de iraca son típicos del Huila y más aún durante el Festival del Bambuco en San Juan y San Pedro. Celvina Ramírez de Castro es una artesana de Acevedo que elabora con sus propias manos estos apetecidos sombreros que complementan cualquier outfit en esta época del año. Ella junto a artesanos de otros municipios y productos, estarán por estos días en el Encuentro Nacional de Maestros Artesanos.
Johan Eduardo Rojas López
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Los sombreros suaceños de palma de iraca son quizás por estos días uno de los elementos más apetecidos por propios y turistas que buscan completar sus outfits alusivos a las fiestas sampedrinas que se desarrollan en el Huila.
Celvina Ramírez de Castro, artesana residente del municipio de Acevedo, desde los siete años puso sus manos al servicio de los ciudadanos que desean adquirir estas obras de artes para portarlas con orgullo. Este trabajo lo ha desarrollado prácticamente toda su vida y, en la actualidad con 78 años de edad, aún continúa este legado que pretende dejarle a sus hijos y nietos.
“Aprendí porque mi mamá en la casa nos enseñaba y luego en mi casa apenas tuve mis niñas casi a la misma edad que tenía yo cuando aprendí, les enseñé a trabajar”, dijo la artesana.
“Este es mi trabajo y no lo cambio por nada”
De hecho, todos sus hijos trabajaron en algún punto con ella debido a la alta demanda existente, sin embargo, al crecer, adquirieron nuevas obligaciones e hicieron sus vidas, por lo que, actualmente ninguno se dedica a ese arte. Eso la llevó a trabajar y emplear a otras seis personas que diariamente se esfuerzan al igual que ella para cumplir con los pedidos existentes.
“Yo no alcanzo a hacerlos todos y, por eso, trabajamos en equipo. Este es mi trabajo y no lo cambio por nada porque con lo que hago saqué a mis nueve hijos, -ocho mujeres y un hombre-, adelante. Además me compré mi casa y he conseguido mis cosas. Yo me casé, tuve mi hogar, pero mi esposo falleció hace 46 años y quedé yo sola con mis hijos y tenía que sacarlos adelante; no me quedaba más como, sino ponerme a trabajar con esto y entonces me puse en la tarea y vivo de esto”, contó Ramírez de Castro, quien entre otras cosas gracias a su talento ha sido merecedora de varios homenajes y reconocimientos.
Variaciones de precios
Los precios, al igual que el tiempo de elaboración, varían según las exigencias de los clientes en cuanto a calidad y tamaño. Estos sombreros pueden oscilar entre $800.000 y $1.500.000.
“Se arranca por el plato, se sigue por la copa y se termina con el ala. Se realiza de la palma de iraca que toca cogerla en el tiempo adecuado, es decir, cortarla 15 días después de que salga la luna, pues en luna menguante o biche, no sirve porque queda amarillo. Además, tampoco se puede coger en el sol o lloviendo. Luego con un aparato para ripiarla se escoge la gruesa y la delgada, y con eso uno la saca y la pone a cocinar el tiempo que es necesario, para posteriormente sacudirla duro y ponerla a escurrir. Seguidamente se pone a secar en la sombra, ni al sol, ni al aire. Y finalmente se despega hebra por hebra. Ahí se recoge y sigue uno seleccionando los colores, lo fino y demás para empezar a tejer el sombrero que se realiza completamente de manera manual. Cada vez que se inicia a tejer hay que remojarlo para que la fibra se suavice y no se parta”, explicó.
Celvina viaja por el mundo
Este talento le ha permitido viajar por todo el mundo y no necesariamente de manera presencial, sino que sus elaboraciones están “regadas” a nivel departamental, nacional e internacional. A muchos de los clientes, los enamora en las diversas ferias en las que participa. Después de ese primer contacto, es buscada para que envíe varias unidades bajo encargo e incluso algunos le hacen llegar los sombreros para que ella los reforme y queden como nuevos.
Ventas flojas
Aunque hay meses que no vende ningún sombrero, su apuesta más fuerte es para el mes de junio en donde asiste a diversas ferias y en años anteriores ha logrado vender cerca de 150 unidades, empero, estando casi ad portas de culminar este mes, escasamente en esta vigencia ha vendido 50 sombreros dado que las ventas están muy complejas.
Sumado a esto, la realidad es que el legado y la tradición del tejido se ha venido diluyendo con el tiempo.