Escrito por: David Andrés Sánchez Bogotá – Jefe de Crédito y Cartera Universidad del Rosario
El dato revelado frente al crecimiento de la economía (0,3% Y/Y) es un campanazo de un nuevo ciclo recesivo, siendo esto concomitante con las decisiones del BANREP y el Gobierno, quienes no parecen percatarse que más allá de las políticas tomadas con aparente rigurosidad técnica, no vislumbran las realidades sociales diferentes en las familias, sobre todo en aquellas más vulnerables.
Desde el año anterior el Banco de la Republica ha venido endureciendo su postura en las acciones necesarias para combatir la inflación, aunque controlada, aún persisten factores que la llevar nuevamente al alza. Fiel a su misión, la máxima autoridad monetaria ha impartido las medidas necesarias para proteger el poder adquisitivo, en línea con mitigar las afectaciones que se produce sobre las clases económicas más vulnerables, toda vez que se reduce el acceso a la canasta básica de bienes y servicios que garantizan la subsistencia.
El Banrep ha mantenido la tasa de interés en el 13,25%, lo cual ha tenido impacto en el costo del dinero, que incluso ha llevado la tasa de usura a un rango que supera el 40% EA. Esto se ha venido reflejando en el deterioro del acceso al crédito de los hogares, familias y empresas. Líneas de financiación que tienen de impacto en la economía como crédito de vehículos y vivienda vienen reflejando contracciones promedio del 30% para lo corrido del año, lo cual sustenta la disminución de nuevas matrículas de automóviles en el país (-26%). Así también, en buena parte esto ha contribuido con el retroceso de las ventas de vivienda nuevas por el orden del 60%.
Por otra parte, desde la aprobación de la reforma tributaria a finales del 2022, se ha incrementado los costos de productos y servicios que se encuentran incluidos en los bienes de primera necesidad vía impuestos, sobretasas y desmonte de subsidios. Frente a este último, la corrección gradual del subsidio a la gasolina ha transmitido elementos inflacionarios en las cadenas de abastecimiento, en particular, al sector alimentos el cual es sensible para la configuración logística de distribución a lo largo y ancho del país.
Paralelamente, se avizora una nueva alerta para el control inflacionario. De una parte, los bloqueos a la vía al llano como consecuencia de los derrumbes, y por otra, lo cada vez más costoso que resulta transitar por las carreteras colombianas como resultado del debilitamiento del control estatal en las vías por donde transitan principalmente los vehículos de carga, quienes han sido sujetos de saqueos, quemas y robos.
Las presiones al alza en los precios están llegando vía oferta. La población no ha salido sin control a comprar más bienes y servicios por excesos temporales o estructurales de liquidez, por el contrario, el efecto del mayor costo de los bienes y el encarecimiento del crédito ha limitado la capacidad de compra, por lo que se hace un llamado para que se moderen las políticas económicas y monetarias que restringen el consumo en el país.