Un San Pedro de carne y hueso que vive la nostalgia de las fiestas

El capitán Joaquín Espinosa Macías fue el hombre que personificó a San Pedro durante muchos años en todos los desfiles sampedrinos. “San Pedro”, quién nació el 31 de diciembre de 1944 en el municipio de Gigante, es un hombre retirado como capitán del Ejército y ahora por temas de salud, también retirado de las fiestas, contó la nostalgia que siente, porque ama su tierra y sus tradiciones.

Hernán Galindo

temadeldia@lanacion.com.co

Joaquín Espinosa Macias atiende a LA NACION en Bogotá, donde reside para atender tratamientos de salud en el Hospital Militar. No volvió a hacer de “San Pedro” después de la pandemia, precisamente el año previo al encierro fue su última oportunidad de vestirse como el santo en cuyo homenaje se realizan las fiestas en Neiva y el Huila.

“Estoy en tratamiento de la tiroides y tengo problemas en las rodillas para desplazamiento,  entonces, hace dos años que me vine para Bogotá, pero hasta un año antes de la pandemia salí a desfilar personificando a San Pedro”, responde con una voz no tan recia como cuando estaba en plenas condiciones físicas y de salud.

San Pedro

El personaje comenzaba a construirlo cada año desde el primero de enero hasta el último desfile del Festival Folclórico y Reinado Nacional del Bambuco, dejaba su barba crecer para caracterizarse como el santo con naturalidad, también poco a poco fue construyendo y perfeccionando el vestuario; siempre llevaba consigo el representativo sombrero de pindo de Palermo, túnica y las llaves del cielo.

“La primera vez que salí como San Pedro fue por allá como en el año 71 y de ahí en adelante, nunca le falté a la fiesta, siempre estuve participando, alegrando a propios y visitantes; después de mi retiro de la vida militar trabajé en varias entidades y me dediqué a promocionar nuestras fiestas, soy orgulloso de ser huilense”, relata con emoción.

Aunque su primer contacto con la cultura y el Festival fue en calidad de estudiante en los años 60, fue hasta la década de los 90, después de su paso por el Ejército, que se metió de lleno en el personaje. Inicialmente salía con el traje típico de los parejos, con alpargatas de fique, pero sin barba.

“Ya en los años 1997 y 1998 me dejé crecer la barba durante dos o tres meses y, entonces, la gente, de quienes siempre he recibido reconocimiento y cariño, son los que aportaron ideas para continuar con la construcción del personaje diciéndome ‘San Pedro’, con cariño”, agrega.

A propósito, destaca eso y lanza una pulla: “Siempre el reconocimiento y cariño han venido del pueblo, de la gente que me trata de manera especial, lo que no ha sucedido por parte de quienes orientan las fiestas y menos de quienes gobiernan”.

Para Espinosa, en los últimos tiempos han puesto a organizar y manejar las fiestas tradicionales del Huila, a personas que poco saben de las mismas, obedeciendo más a intereses políticos que culturales o folclóricos. “Ponen a organizar las fiestas a personas que no conocen del tema y a los que poco les interesan los gestores culturales”, comenta.

Volviendo a los recuerdos, su primer desfile oficial fue en 1999 teniendo mucha aceptación en las calles y entre el público el personaje que en 2019 completó 20 años siendo parte de las fiestas tradicionales de San Juan y San Pedro en el Huila, con una interrupción en los años 2003, cuando fue director del DAS, y otra en 2004 por una información de que la guerrilla atentaría contra su vida.

Su barba natural le ha servido para personificar a ‘San Pedro’

y ganarse el cariño de la gente

El retiro y legado

Hace un poco más de dos años, Joaquín Espinosa no pensaba en el retiro o por lo menos lo veía como algo lejano; “Espero que eso no sea muy pronto, sin embargo, tengo pensado que, con la ayuda de Dios, así sea en una silla de ruedas, seguiré vestido de San Pedro, gozando y ayudando a gozar las fiestas, hasta que él me lo permita”, dijo entonces.

Hoy la situación es otra, su salud se ha deteriorado y lo del retiro es inminente, solo quedan los recuerdos y la nostalgia, debe luchar para superar los problemas de salud, así que por lo menos este año no estará, aunque no habla del retiro definitivo.

“Este año me toca vivir las fiestas a la distancia, pero igual las promociono y las disfruto mientras atiendo los tratamientos para recuperar la salud”, dice con voz entre cortada, “voy a tener que dejar de hablar porque no puedo respirar”, agrega y se queda en silencio.

Espinosa recupera el aliento y agradece que lo recordemos por estos tiempos de fiestas: “Gracias a LA NACION por recordarme; tengo la nostalgia de no poder estar en la fiesta, porque yo quiero mis fiestas, yo quiero a mi gente y haber dado alegría no solo a los huilenses sino a los visitantes, me llena de orgullo, de satisfacción, de alegría”, sostiene.

La vida del San Pedro de carne y hueso de las fiestas del Huila, Joaquín Espinosa, gira actualmente en torno a su esposa, Carmen Silva, sus hijos, Joaquín Gloria Patricia y Sandra Carolina. Además, recibe el cariño de sus nietos María José, Esteban e Isabela.

Al indagarle sobre si se preocupó por preparar a alguien para que lo reemplace cuando se vaya de manera definitiva, responde que su nieto Esteban ya ha salido a desfilar, “de hecho le dicen San Pedrito”, cuenta con orgullo, pero no tiene claro si este año va a participar de las festividades.

A manera de mensaje le dice a quienes viven y visitan el Huila por estos tiempos: “No olviden nuestras fiestas, que no olviden nuestros ancestros que fueron los que crearon estas festividades, que salgan y las disfruten, pero siempre en paz y alegría”, concluye.

“Muchas, gracias, me estoy ahogando, le agradezco por este recuerdo, no puedo seguir hablando, gracias por recordarme, bendiciones a usted y a LA NACION”, dice y se despide.

 

La vida de ‘El capi’

Joaquín Espinosa Macías o  ‘El capi’, como le dicen con cariño, además de llegar a ser oficial del Ejército de donde lo dieron de baja por una lesión que sufrió al saltar en paracaídas, pasó por varios cargos en entidades oficiales y privadas.

Entre otras entidades estuvo en la Contraloría Departamental y Municipal; también laboró en Reindustrias y otras empresas como asesor en seguridad.

Además de su cargo como director del desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, es recordado su paso por la Contraloría en calidad de auditor del entonces Instituto Huilense de Cultura.

Fue desde allí que afianzó su gusto por la cultura, en especial por las tradiciones en las que se enamoró del Festival.

 

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