Una abeja se llevó a la parrandera

Familiares de María de los Ángeles Medina Hoyos, la madre cabeza de hogar que falleció en Villavieja el domingo pasado, luego de la picadura de una abeja, aseguran que la alegre y vigora artista de la agrupación ‘Dora y sus parranderas’ llegó con vida al centro médico de la localidad, pero que los servicios de urgencias que le prestaron fueron muy deficientes. Familiares de María de los Ángeles Medina Hoyos, la madre cabeza de hogar que falleció en Villavieja el domingo pasado, luego de la picadura de una abeja, aseguran que la alegre y vigora artista de la agrupación ‘Dora y sus parranderas’ llegó con vida al centro médico de la localidad, pero que los servicios de urgencias que le prestaron fueron muy deficientes. Ayer fue sepultada en medio de los acordes de las guitarras y el dolor de sus pequeños hijos y allegados. GINNA TATIANA PIRAGAUTA G. LA NACIÓN, NEIVA Alegre, trabajadora, responsable y muy cariñosa con sus dos hijos de 10 y 14 años de edad, era María de los Ángeles Medina Hoyos, la madre cabeza de hogar, integrante de la agrupación musical folclórica ‘Dora y sus parranderas’ por cerca de 18 años, y quien falleció el pasado domingo en Villavieja, luego de sufrir la picadura de una abeja en su lengua, mientras disfrutaba de un paseo familiar en el desierto La Tatacoa. Su sobrino mayor y compañero fiel, Francisco Javier Calderón, recordó que minutos antes de que su tía muriera, le pidió que cuidara mucho de sus hijos y que no le fuera a desamparar al más pequeño. La madre cabeza de hogar poco contó con el apoyo de los padres de los menores, y junto a su familia, con fortaleza, los sacó adelante sola. El dolor por el inesperado fallecimiento de la extrovertida artista sorprendió intensamente a su familia, quien insiste en que la atención médica que se le brindó a María de los Ángeles en Villavieja fue negligente. Improvisación, inexperiencia y falta de equipos médicos, fue la nefasta combinación que condujo a la mujer de 35 años a la muerte, según el relato de sus familiares. El paseo Un paseo en el desierto La Tatacoa fue el plan que preparó María de los Ángeles, muy entusiasmada, para celebrarle el cumpleaños a su abnegada progenitora. Toda la familia acordó desplazarse hasta ‘Noches de Saturno’, un lugar de recreación distante a unos pocos kilómetros del observatorio, en donde disfrutarían de un suculento almuerzo, piscina y paisaje, como homenaje a la anciana. La abuela, como obsequio de cumpleaños, les había pedido a todos sus hijos y nietos que se reunieran y que le brindaran una serenata. Sin embargo, su hija quiso ofrecerle un hermoso recuerdo familiar y programó el viaje a la localidad, pese a la protesta de algunos de sus allegados, que insistían en que el lugar estaba muy retirado. Pero la insistencia y alegría de María de los Ángeles prevaleció. Convenció a su humilde familia, residente en el barrio Alfonso López de la Comuna Ocho de Neiva, y entre todos reunieron los recursos económicos necesarios para la alimentación, recreación y transporte y le compraron además una muda de ropa a la abuela. Días antes del paseo, la alegre artista desistió de ir al desierto La Tatacoa. Un compromiso con su agrupación musical en Íquira le impedía realizar el viaje. Estaba algo triste porque por su trabajo, siempre sacrificaba estos espacios familiares. El sábado pasado, su compañera Dora le informó que la presentación se había cancelado y María retomó muy contenta la organización del homenaje a su mamá. “Yo me iba a quedar porque no tenía transporte propio y me había emperezado. Pero ella me insistió mucho y a punta de verbo me convenció. Me dijo que no podía faltar y finalmente nos fuimos en moto. Ese día se puso muy bonita, se mandó a arreglar el cabello y estaba muy alegre”, recordó su sobrino. El accidente Toda la familia se reunió. Almorzaron juntos y ‘recocharon’ entre hermanos. La alegría era la protagonista en el cumpleaños de la abuela. Luego de la comida, les ofrecieron en el lugar una aguadepanela con limón. El dulce atrajo a una abeja que se posó en varios vasos. “Yo la espanté. Mi tía estaba tomando jugo también, tranquila, cuando me dijo: ‘Guari, me picó una abeja’. Ella la escupió y yo la maté. Nosotros no pensamos que eso fuera a pasar a mayores y yo llevé a mi hija a la piscina. En un lapso no mayor a tres minutos, ella se sintió mal”, aseguró el sobrino. La familia intentó infructuosamente retirar el aguijón del insecto. La mujer trasbocó y posteriormente se desvaneció. Siempre estuvo consciente. En medio de la desesperación, su familia intentó trasladarla a un centro médico. El sobrino cargó a la robusta mujer hasta una camioneta y partieron hacia Villavieja, acompañado de algunos allegados. “Ella todo el tiempo estuvo consciente. En medio de tanta angustia, lo único que mi tía me pedía era que le cuidara a su niño menor. Lo llamaba. A ella no le entraba suficiente oxígeno, pero nunca presentó fallas del corazón. Yo le di respiración boca a boca y eso le sirvió. Mi tía llegó con vida al hospital”, aseguró. Trágico final En Villavieja, la familia se desplazó a la ESE del Perpetuo Socorro, pero la encontraron cerrada. Afanosamente golpearon las puertas del centro médico, en donde, según el relato de los familiares, sólo se encontraban laborando dos profesionales. Un joven médico, que presumen los allegados es practicante y una enfermera, quien les manifestó que estaba recién operada y no podía hacer fuerza. El sobrino, nuevamente alzó a su robusta tía para que recibiera la atención médica. “El médico primero me puso la camilla en la cabeza y luego la puso al revés. Es decir, que la cabeza de mi tía quedó en los pies. Nos tocó a nosotros ponernos a buscar una almohada para que la atendieran bien y en ese lapso de tiempo se perdieron como tres minutos”, aseguró el sobrino. “Ella estaba viva. Se movía y tenía signos vitales. Cuando la conectaron al computador tenía un pulso de 172. Nosotros le dijimos al médico que ella no podía respirar, que necesitaba oxígeno, pero él no daba la orden para que se lo pusieran. Estaba confundido, no sabía qué hacer”. “Le aplicaron 300 miligramos de hidrocortisona, que le bajaron el pulso inmediatamente. La enfermera fue la que le preguntó al médico si canalizaba a mi tía y si le ponía el oxígeno, pero ya habían pasado más de cinco minutos. Ella solo tenía el aire que yo le había suministrado en la camioneta, antes de bajarla, pero se le acabó”, recordó muy afectado. Los familiares insisten en que la actuación del galeno fue débil, de duda e inexperiencia, y que la ausencia de una atención adecuada llevaron finalmente a María de los Ángeles a la muerte. “A el médico sólo se le ocurrió reanimarle el corazón, cuando ese no era el problema. Luego dijo que no eran 300 miligramos que necesitaba sino 500 y le inyectaron otros 200 miligramos. Yo le pedí que le pusiera más oxígeno y él me dijo que le quitáramos la ropa. Ella se orinó y defecó. Se les murió en las manos al médico y a la enfermera. Él pudo hacerle una incisión traqueal pero no hizo nada. Yo me salí de la habitación. Yo sentí que se había muerto mi tía”, recordó. La familia asegura que el galeno no les dio ninguna información posterior. “No nos quiso dar la cara. Se metió en una oficina y no volvió a salir. Ni siquiera nos ayudó a acomodarla, porque ella quedó atravesada en la camilla. Me tocó subirme y halarla de las manos para poderla ubicar bien”. Asimismo, los allegados de María aseguraron que posteriormente el médico les dijo que ella había ingresado sin signos vitales al centro hospitalario. “Nosotros somos testigos de que estaba viva. Creemos que su muerte es por culpa de la mala atención que recibió. Mi tía murió por negligencia médica. Este es el resultado de un sistema de salud pobre”, dijo. Los amigos y familiares despidieron ayer María de los Ángeles. Unidos en el dolor, abrazados bajo las notas musicales que tanto en vida ella disfrutó, mientras intentaban dar un poco de consuelo a sus pequeños hijos, quienes nunca dejaron de llamar a su mamá. Su anciana progenitora no quiere volver a celebrar nunca un cumpleaños. Ella soporta con resignación la muerte de su hija menor, la alegre, la eterna parrandera, la que siempre amó y la que permanecerá eternamente en el corazón de su familia. Alcaldía de Villavieja responde En un comunicado de prensa, la Alcaldía de Villavieja aseguró que María de los Ángeles Medina Hoyos, de 35 años de edad, fue atendida en la ESE del Perpetuo Socorro de la localidad y según el médico de turno, Cristian de la Hoz, “la paciente llegó sin signos vitales y no presentaba lesión alguna visible (moderdura o picadura) en su cuerpo”. Asimismo, manifestaron que a la paciente le fueron practicados los procedimientos debidos, según el protocolo para estos casos, sin respuesta favorable. “Su fallecimiento obedeció a la obstrucción respiratoria de la vía aérea superior, ocasionado por el veneno inoculado de un solo insecto”. Finalmente el alcalde de Villavieja, Raúl Arturo Ramírez Olaya, dio un parte de tranquilidad a la ciudadanía y los invitó a continuar realizando sus visitas al desierto. María de los Ángeles Medina Hoyos fue velada en su hogar, rodeada del cariño de amigos y familiares.