Uno más, del montón…

La mitad del periodo de gobierno de Petro y prácticamente todo, ha salido como se presagiaba, un mandatario incapaz para administrar, enceguecido por su dogma de que el Estado debe controlar y hacerlo todo, con unos obsecuentes seguidores que lo aplauden sin mayor reflexión o análisis.

Lo que nadie se imaginó era que en el “Gobierno del cambio” se montaran empresas criminales para saquear el Estado tal como lo afirmó la Fiscalía en una audiencia reciente. Lejos estábamos de suponer que en este periodo presidencial, encabezado por aquel congresista que fue implacable contra la corrupción, tuviéramos tanto bandido metiendo sus uñas en lo público.

Desde la campaña le quebraron el espinazo a la ley, liderados por el hijo del entonces candidato, quienes recibieron dineros de cuestionados personajes, violaron los topes, ocultaron ingresos, o sea, practicaron el conocido “todo vale” para ganar las elecciones.

Hicieron campaña con reconocidos miembros de la clase política tradicional, que fieles a sus costumbres echaron mano de todas las mañas politiqueras y corruptas para lograr el triunfo electoral. Una vez obtenida la presidencia, fueron premiados con cargos públicos y/o embajadas, para pagarles el favor o mantenerlos callados.

También se esforzaron por designar a los más incompetentes, para lo cual fue necesario cambiar manuales de funciones y requisitos en varias entidades. Esos ineptos se acompañaron de unos malhechores que le echaron mano a lo que pudieron para enriquecerse, hasta el punto de que hoy aterra el patrimonio de uno de los fieles escuderos del Presidente que renunció por un escándalo de corrupción.

Se han esmerado en estos dos años por acabar con todo, lo que no han podido destrozar a punta de inexperiencia e ineptitud, se lo han robado, incluso los programas de mayor sensibilidad social como el agua de La Guajira.

El problema es que faltan otros dos años. Estamos apenas en la mitad del periodo constitucional y no hay razón para creer que van a enderezar el camino, al contrario, es muy probable que se radicalicen y sigan culpando a los gobiernos anteriores, a la oligarquía y a los medios, del desastre que ellos mismos provocaron.

Dura realidad para un país que cada cuatro años renueva la esperanza echándose el cuento de que escogió el que era para realizar el anhelado cambio, pero paradójicamente, hace lo necesario por votar y elegir a los mismos, de tal manera que sigamos en las mismas. Petro y su Gobierno pasarán a la historia como uno más del montón, en el cual se robaron todo lo que pudieron y acabaron con lo poco que funcionaba.

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