José Manuel Acevedo M.
Germán Vargas Lleras se lanzó al agua y, a juzgar por los sondeos entre la opinión pública, su salida a campaña no arrancó bien. Carga consigo su paso por el impopular gobierno de Santos y su estrategia de controvertir puntos del acuerdo de paz sólo ahora mientras pudo haberlos puesto en cuestión desde antes, no termina de convencer. Su origen bogotano, sus alianzas con políticos regionales de dudosa ortografía e incluso su mal carácter pueden ser otras de las debilidades para mantenerse vigente en los primeros lugares de las encuestas de aquí en adelante.
Es verdad que las jugadas políticas de Vargas en su historia de vida han sido siempre ganadoras. Sus apuestas, aunque riesgosas, le han salido en general bien y, a diferencia de más de un candidato, su reconocimiento en casi todo el país es muy alto.
Por el otro lado está el expresidente Uribe. Su partido sigue, por ahora, siendo el más disciplinado de Colombia. Su figura, aunque odiada por muchos, también es respetada y seguida por otros tantos. Sin embargo, carente de definiciones concretas y con aspirantes que siguen viéndose como los ‘5 enanitos’ en las distintas encuestas que se realizan, ni el Centro Democrático ni Uribe tienen aún candidato y así es muy difícil tomárseles en serio.
En medio de estos azares, ¿será posible una alianza Uribe-Vargas para no fragmentar el voto de la centro-derecha y llegar unidos para enfrentarse con el candidato de la centro-izquierda que por ahora pareciera ser Sergio Fajardo?
Por su historia personal, por la desconfianza enorme que hay entre los dos y porque Uribe está acostumbrado a dar sorpresas, no veo ese escenario posible antes de la segunda vuelta. Vargas y “el que diga Uribe” tendrán que vérselas a voto limpio para entender quién llega más lejos de aquí a marzo. Sólo si surgiera un escenario de ascenso de otros dos candidatos que no fueran ellos, se precipitaría una unión. Por lo demás, es previsible que se enfrenten duramente buscando su tiquete a la segunda vuelta y -¡quién quita!- que en vez de aliarse después de mayo, terminen de rivales en junio en la elección definitiva. Todo puede pasar. Lo cierto es que hoy, aunque con guiños y afinidades ideológicas, Uribe y Vargas siguen siendo más rivales que amigos.