Tres navidades pidiéndole al niñito Jesús que se dé o se concretara el cambio en Colombia. Con euforia, para los que confiaron con su voto, desde las propuestas en campaña por el entonces candidato presidencial. Y con prudencia, por los que no lo acompañaron. Además, haciendo fuerza para que, como presidente, se cumpliera lo prometido. Pero, nada de nada. Más bien, salieron a flote otras cosas.
En este tercer día de novena, no sé si esté el ambiente para seguir pidiéndole al niñito Jesús, que se haga el milagrito. Tal vez reforzando en la oración preparatoria del día, o en la petición de Santa Rita de Cascia, Pero no creo que haya espacio, en un gozo adicional. Con lo que está ocurriendo en el país, y sumado al panorama internacional, menos esa posibilidad. Más bien nos seguirá gobernando la incertidumbre. Las políticas públicas propuestas hasta ahora no están solucionando nada. Sólo han sido un poco más de populismo. Más bien, debe aprovecharse la novena, para nuevamente vislumbrar quien podrá hacer el cambio a partir del 2026.
No importará si sea otro populista. Pero sí, éste le apunta en sus discursos a los dos principales temas que nos aquejan (seguridad y economía) de los colombianos; ese será el que alterne el poder desde casa de Nariño. Por ello, no perder la anhelada petición en este tercer día de novena al niñito Jesús que el cambio sea posible. En los siguientes días, reforzar la petición, para que, en navidad, cuando sea el nacimiento y la entrega de regalos, tengamos mediana claridad de cómo lograrlo. Así mismo, para que el anhelo, sea reforzado en el viaje que hagan los reyes magos y vaya también envuelto junto al incienso, la mirra y el oro. No todo está perdido.
Es esta época, la más propicia para volver a orientar el sueño de un verdadero cambio que nos merecemos. No desde un candidato o gobierno de turno, sino desde un consenso para que éste responda a un fin del Estado. Así que ven, ven, ven a nuestras almas niñito Jesús, ven, ven finalmente el cambio.