El calvario para los pobladores de Veracruz no termina, tuvieron que salir de sus tierras para darle paso a la represa El Quimbo y fueron reasentados, pero cuando pensaban que todos sus problemas se habían solucionado se dieron cuenta que lo que iniciaba era otro calvario, esta vez por cuenta de la Alcaldía de Gigante, que no les expide la licencia de construcción para que Emgesa pueda continuar con las obras del reasentamiento.
La Alcaldía aduce que las casas están en una zona de riesgo porque a pocos metros cruza el tubo de la compañía Emerald Energy, que conduce hidrocarburos hasta las instalaciones de la petrolera, que quedan en la parte alta del reasentamiento.
Las casas son confortables y tienen todos los acabados, pero los dueños no se amañan.
Pero el oleoducto no es el único problema que enfrentan las 19 familias que fueron trasladadas, la Alcaldía tampoco les ha realizado el proceso de estratificación, por lo que no han podido ni siquiera legalizar las matrículas de los servicios públicos para poder pagarlos.
Según versiones de los habitantes del reasentamiento, debido a la clase de viviendas y al urbanismo que les hizo Emgesa, quedarían en estrato cuatro, cuando anteriormente estaban en uno y dos.
Este cambio de estrato les haría perder ciertos beneficios que tenían, como puntaje en el Sisbén y subsidios de programas del Gobierno Nacional, por lo que piden que los dejen en la misma categoría que tenían cuando los sacaron de sus ranchos.
El reasentamiento tiene todas las comodidades, solo faltan algunas obras complementarias pero no las han podido construir por la falta de licencia.
Cambio de vida
El reasentamiento les cambió la vida a los habitantes de Veracruz, que son familias acostumbradas a las labores del campo, trabajaban en los cultivos de tabaco, ganadería, arroceras, pescaban, otros se dedicaban al comercio.
Aunque reconocen que las nuevas casas son cómodas y muy modernas, el sitio es urbanizado y cuentan inclusive con una mejor calidad de vida que la que tenían en el antiguo Veracruz, no se acostumbran a vivir en esos sitios.
El tubo del oleoducto atraviesa toda la zona del asentamiento y llega hasta los tanques de la petrolera.
El traslado de las familias al sitio que hoy ocupa el Nuevo Veracruz fue concertado entre los pobladores y Emgesa, y así lo reconocen ellos mismos, cuando dicen que la empresa no escatimó esfuerzos para construir las casas y que lo que falta -que es muy poco- es porque la Alcaldía de Gigante no les ha otorgado la licencia.
El sitio donde hoy están fue escogido entre todos, son los terrenos de la finca Montea de Gigante, las veinte familias que quedaron en la lista para ser trasladados estuvieron de acuerdo con el sitio, sin embargo ahora que ya están en las casas no se sienten bien por la complicación que han tenido para legalizarlas.
A lo anterior se suma que las cinco hectáreas que les entregan como parte de las compensaciones, todavía no las están cultivando porque el distrito de riego no lo han terminado, están subsistiendo con un auxilio que les da Emgesa equivalente a dos salarios mínimos mensuales, mientras empiezan la etapa de producción en sus unidades productivas.
“Uno de los problemas que tenemos es que cerca de las casas pasan los tubos de la Emerald con hidrocarburos y por eso el Alcalde de Gigante no ha querido dar el decreto de sismo resistencia para la licencia y que la urbanización aparezca en Planeación Municipal y Emgesa pueda desarrollar todo el proyecto para la comunidad”, expresó Omar Suárez, vocero de la comunidad de Nueva Veracruz.
La comunidad, la Alcaldía y Emgesa en varias oportunidades se han reunido para buscarle una salida a la situación.
Agregó que lo que más los tiene en vilo es el tema de la estratificación, porque no saben cómo van a quedar y pueden perder algunas prebendas que tenían.
“En donde estábamos, en la vieja Veracruz éramos estrato uno, aquí dicen que vamos a quedar en estrato cuatro, nosotros necesitamos saber cómo vamos a quedar para que nos legalicen los servicios públicos, que aún no los hemos podido pagar, en el caso de la energía llevamos como cinco o seis meses que no nos llega el recibo y no sabemos quién lo va a pagar, si Emgesa o la comunidad. Nosotros esperamos que nos solucionen el problema de la licencia para poder legalizar todo”, anota.
Voluntad
Las entidades que están involucradas con el nuevo reasentamiento han tenido voluntad de solucionar los problemas, se han reunido hasta con delegados del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, pero al final no sale una solución para que puedan legalizar las casas.
“Emgesa ha dado la batalla para que esto sea legalizado y la comunidad quede en las condiciones que señala la licencia ambiental, aquí nos hemos reunido con entidades de alto nivel pero al final nadie se hace responsable del asentamiento. El Alcalde dice que este reasentamiento no se debió construir aquí debido a que si sucede una explosión en el tubo nosotros estamos muy cerca y no tenemos ningún plan de contingencia, además los tanques a donde llega el crudo están cerca y eso es nocivo para la salud”, agregó Suárez.
De las veinte familias que se van a trasladar a Nueva Veracruz ya llegaron 19, falta solo una, pero cuando alguien llega al reasentamiento se encuentra con una urbanización sola, parece que estuviera olvidada en medio de las montañas que la rodean, aunque se ve que es muy moderna y organizada, sus habitantes viven como escondidos, la mayoría de las casas permanecen cerradas y solas.
Omar Suárez, vocero de la comunidad.
Pero una de las personas que más aburrida vive en Nueva Veracruz, como él mismo lo confiesa es Harvey Flórez, quien vivía en el Viejo Veracruz con su mamá, una abuela de 80 años que era la propietaria del predio que habitaban, en esa vieja casona Harvey tenía una gallera y canchas de tejo, de eso vivía y ayudaba para el sostenimiento de la casa, pero aquí donde está hoy no puede colocar ese tipo de negocios, por eso está desesperado sin saber qué hacer porque él no recibe nada, la compensada es su mamá.
“A mí me trajeron engañado, allá yo tenía mi negocio, era comerciante, me dijeron que me iban a indemnizar pero no me dieron nada, hay pescadores, otros comerciantes y trabajadores independientes que no nos dieron nada. Nos tienen en unas casas bonitas pero no sabemos cómo vamos a hacer para pagar los servicios y los impuestos”, expresó Harvey Flórez.
Harvey Flórez, habitante del reasentamiento.
Los habitantes de Nueva Veracruz están a la espera de que les solucionen toda la problemática que derivó de su traslado, piden que los organismos de control les hagan acompañamiento para no luchar solos contra algo que ya ni siquiera entienden cómo enfrentar, todos coinciden en decir que “de un día para otro nos cambio la vida pero no nos hemos podido acostumbrar, porque estábamos enseñados es a la vida del campo, a vivir en comunidad en donde lo que le faltaba al uno, lo podía suplir el otro, pero aquí nadie tiene nada”.
“Si las cosas no resultan tendremos que dejarle las casas al mejor postor y nosotros irnos a otro lado a trabajar y a contarle a nuestros nietos que esos terrenos que se ven llenos de agua algún día fueron nuestros”, concluye, Omar Suárez.