Pertinentes las palabras del Ing. Felipe Olave, nuevo propietario de La Nación. Sus sensatas peticiones a los columnistas del periódico: Trabajar con la responsabilidad de la verdad.
Inesperadamente me invadió un flujo de imágenes durante su intervención. Vino el tiempo de La Violencia, cima criminal de la confrontación entre liberales y conservadores. Vi a sacerdotes de ayer como a periodistas de hoy, educando en el cinismo. Oí sus homilías desde los púlpitos, con la Biblia en las manos, alienando con discursos demagógicos. Clamaban por el asesinato político, la trituración de liberales, la decapitación de niños y mujeres populares. Los escuché enviando mensajes encriptados a bandas de chulavitas y pájaros, los paramilitares del Estado conservador. Antiguos sacerdotes, verdaderos mensajeros de la muerte.
Los vi abjurar de la verdad informativa. Renegar de la verdad social; incluso, de la divina. Optaron por la verdad de un líder asesino, de un partido criminal. Bajaron de los cielos para descender al infierno de la política; al abismo del lenguaje ilusorio, mentiroso y fratricida. Por ensalzar a mentirosos, se volvieron mentirosos; por glorificar a delincuentes, se volvieron delincuentes; por encumbrar a asesinos, se volvieron asesinos, por apoyar a genocidas se volvieron genocidas. Por tanta obediencia con sus amos, terminaron tan carnívoros como sus amos.
Pagaron caro la sumisión, por olvidar el bello mensaje cristiano: “La verdad os hará libre”. Resultaron tan inhumanos y farsantes como los políticos inhumanos y farsantes. Hicieron verdad un pensamiento universal: “dime a qué político te sometes y te diré quién eres”.
Celebré las palabras del Ing. Olave a los periodistas de hoy, tan educadores sociales como los sacerdotes de ayer. Su insistencia en la verdad periodística, camino de prosperidad. Concordé con su petición, único medio para educar para la vida. Mejor si se usa la verdad periodística con sentido humano. Verdad apta para develar las verdades mentirosas de partidos políticos, de iglesias contaminadas de mercado, de políticos podridos por la avaricia de poder, de ciudadanos corrompidos por la codicia. Falsas verdades construidas para elogiar al desastre y destruir el ser.
Verdad periodística con sentido humano, liberadora de la ignorancia esencial, de los tentáculos del poder, de políticos enfermos mentalmente prometiendo salud mental, de coyundas instaladas en la consciencia social, de la vergonzosa “moral de rebaño” según Nietzsche. Verdadera mensajera de la vida, solo en la verdad hay amor.
Urgen verdades periodísticas con sentido humano. Urge promover el crecimiento material y espiritual de un pueblo para no sucumbir aún más en las apreciaciones de Joseph Pulitzer: “Una prensa cínica, mercenaria y demagógica producirá un pueblo cínico, mercenario y demagógico”.