Andrea del Pilar Bautista Perdomo
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Me hacía muy feliz recordar a mis hijos escribir las cartas a Papá Noel pidiendo los regalos de Navidad y, un día como hoy, a puertas de culminar hoy un año más, todos nos despertamos con ansiedad, se salta sobre la cama para que mamá se entere que llegó la hora de abrazar por la mañanita, y el amor se coloca sobre la mesa. Doy gracias a Dios y a la vida por mantenernos con salud, de poder gozar, vivir en armonía y unidad. Es preciso decir que en estos días decembrinos todos buscamos y tratamos de ser felices, demostramos y lo manifestamos con la realización de la Novena de Aguinaldos con nuestros seres queridos en la casa de la abuelita, la mamá de todos, quien prepara Noche Buenas para grandes y chicos, y se cantan villancicos para alegrarnos un poco la vida. Quiero resaltar en este espacio la importancia que la Navidad y el Año Nuevo lleva consigo: la comprensión de la obra de Dios hecho hombre, de un ser que le enseñaba por primera vez a la humanidad el mensaje del perdón y la reconciliación, quien borró de las mentes de los hombres a aquel Padre Celestial castigador, vil, que buscaba la santidad por medio de la represión. Jesús vivió para salvarnos y nos salvó para vivir, es por esto que creo totalmente necesario rendirle homenaje a su instrucción por medio de nuestras acciones. Un cristiano no puede hablar de Dios cuando ofende a los demás, cuando asiste a la eucaristía y después se alimenta del odio y rencor para señalar y herir con la palabra, pues de nada sirve oración sin acción; el amor no puede existir sin perdón, debemos revolcar nuestro corazón en fraternidad y cariño, cuidar lo que amamos, cuidar el mundo en plenitud, ¡es nuestro hogar!, cuidar de sus ríos, valles y montañas, de los animales, cuidar hasta lo que no nos pertenece, porque es así como podemos sentir que estamos realmente vivos. Le dedico este artículo a mi familia y a las familias de mis lectores, llevan en la sangre miles de generaciones y generaciones que, sin duda alguna, trataron también de regalar mensajes de ternura y humanismo a estas tierras heridas, y que hoy seguimos en la labor de llevar en el pecho la obra que Jesús nos enseñó.