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Viaje a Quitasueño, el cayo que casi pierde Colombia 7 18 septiembre, 2024
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Viaje a Quitasueño, el cayo que casi pierde Colombia

Viaje a Quitasueño, el cayo que casi pierde Colombia 13 18 septiembre, 2024El periodista Francisco Argüello viajó a los cayos Serrana y Quitasueño, epicentro en disputa de áreas marítimas con Nicaragua. Tras el fallo de La Haya y con un grupo de pescadores de la isla de Providencia, fueron los primeros civiles en atreverse a surcar las nuevas aguas de Nicaragua para llegar al islote colombiano. El miedo, la indignación y la zozobra rondan por la isla. Aquí su hazaña compartida a LA NACIÓN. 

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Amanece más temprano que de costumbre en Providencia, isla ubicada a 25 minutos de San Andrés por avión. En las calles corretean sus habitantes, como si algo extraño ocurriera. Dirigen sus pasos hacia el muelle principal donde se reúnen las embarcaciones que cruzan hacia Centroamérica en busca de peces. 

Desde que se conoció el fallo de la Corte Internacional de la Haya, el pasado 19 de noviembre, que entregó 75.000 Kilómetros de mar a Nicaragua, la lancha de Bernardo Bent, concejal de Providencia por el Partido Conservador, es la primera en zarpar, vencer el temor, navegar por aguas del vecino país y comprobar qué sucede.

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La desconfianza reina entre los isleños que especulan por lo que le pueda pasar al dirigente, tres pescadores y un experto buzo que se aventuran en medio de noticias confusas que apuntan a que Nicaragua ejercerá control sobre sus nuevas aguas. Algunos creen que es una locura. Nadie sabe cómo reaccionará el gobierno de Daniel Ortega si observa intrusos en su territorio marítimo. 
 

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Joe Archbold, el capitán de la lancha, prepara la pequeña embarcación, sin cubierta y de diez ocupantes: canecas con hielo, botellas, salchichas, medicinas, pilas, linternas, arpones, carnadas. “OK”, gritan los marinos indicando que todo está listo para zarpar, mientras la tripulación aborda entre la zozobra. Destino: Quitasueño, archipiélago distante 48 millas de Providencia, tres horas en lancha rápida; ocho en embarcaciones pesqueras. Atrás quedan las miradas de mujeres, niños, ancianos oscuros de la isla. Todos miran con incertidumbre.
 

 

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Hacia Serrana, otro de los cayos, dos horas más lejos, es imposible partir. La Armada Nacional de Colombia no lo autoriza. Temen por la suerte de los marinos. Y la mejor manera de atajarlos es restringir la gasolina. También es una forma de controlar el tráfico de droga hacia el exterior. “Solo hay zarpe para Quitasueño, no para Serrana”, explica Archbold. “Nada qué hacer”, responde la tripulación. Sin combustible hay riesgo de naufragar en mar abierto.
Para llegar hasta Quitasueño, destino autorizado bajo la responsabilidad de los tripulantes, hay que navegar por 23 millas del ahora nuevo mar nicaragüense.

La ruta de las embarcaciones empieza en medio de una aparente calma, un arrecife coralino desde donde se alcanza a divisar tierra a sus alrededores. Dos motores Yamaha, de 20 caballos de fuerza, impulsados por gasolina, mueven la lancha que con agilidad desaparece del muelle. Las nubes oscurecen el cielo y anuncian una posible tormenta.

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  <br />  Bernardo Bent est&aacute; al frente de un tim&oacute;n que exige cada vez m&aacute;s fuerza porque el mar esta &ldquo;picado&rdquo;. Daniel Guti&eacute;rrez, buzo profesional, no se despega del GPS que se&ntilde;ala cartogr&aacute;ficamente el destino. La embarcaci&oacute;n se mueve desesperadamente al ritmo de las furiosas olas que por cada distancia aumentan su fuerza.</p> <br /> La velocidad alcanza las 30 millas por hora y la embarcaci&oacute;n choca contra la marea. Parece que se partiera en dos y solo nos sostiene unos tubos met&aacute;licos que aprovechamos para agarrarnos y no dejarnos caer al vac&iacute;o. &ldquo;A&uacute;n estamos en mar colombiano&rdquo;, indica Guti&eacute;rrez despu&eacute;s de 30 minutos de distancia. &ldquo;La marea aumenta. Ya es mar abierto&rdquo;, advierten. Se pierde la se&ntilde;al del celular, tambi&eacute;n del radio de la peque&ntilde;a embarcaci&oacute;n. Atr&aacute;s qued&oacute; un faro que se&ntilde;ala territorio de este pa&iacute;s. &ldquo;Aqu&iacute; empieza el mar de Nicaragua, seg&uacute;n La Haya&rdquo;, dicen enfadados los pescadores. Todos se observan con tristeza. &ldquo;Esto era nuestro, hoy es de ellos&rdquo;, replican. &ldquo;Fue lo peor que nos pudo pasar. Colombia nos defraud&oacute;&rdquo;, coinciden, mientras encienden nuevamente motores. Ya invaden territorio vecino. Tienen que usurpar aguas nicarag&uuml;enses para penetrar en Quitasue&ntilde;o. De lo contrario, imposible. El marino Edark Water grita que all&iacute;, en aguas perdidas por Colombia, se pesca el pargo rojo, el m&aacute;s costoso de la regi&oacute;n. El mar es oscuro, con una profundidad incalculable.<br /> <br /> <strong>Mar abierto</strong><br /> <p style="text-align: center;">    <img class=" size-full wp-image-75533" alt="" src="http://wp.lanacion.com.co/wp-content/uploads/2013/09/images_2013_09_22_P1170544.JPG" width="448" height="201" /></p> <br /> &iquest;Qu&eacute; indica que un pedazo de oc&eacute;ano es colombiano y el siguiente es de Nicaragua?, pregunto. Escasamente un GPS, responde la tripulaci&oacute;n. En el agua todo es igual, nada los diferencia. &ldquo;Doce millas a la redonda de Quitasue&ntilde;o es de este pa&iacute;s, lo dem&aacute;s, no&rdquo;, responden. De momento, no ha aparecido ning&uacute;n barco de la Armada Nacional de Colombia sobre la zona. Hay tranquilidad en la lancha, aunque no se despega la mirada hacia el alrededor.<br /> <br /> Mientras cruzan aguas de Nicaragua, el temor aumenta. Los marinos no dejan de mirar hacia todos lados. Les tienen miedo a los vecinos porque &ndash;dicen- algunos son piratas desesperados que sorprenden, odian a los colombianos, desaparecen su pesca, los intimidan, los amenazan y hasta los encierran en jaulas mientras intercede la canciller&iacute;a. Bing Su&aacute;rez, profesor marino de Providencia, avala lo dicho. Rosana Torres, administradora de la cooperativa Fish and Farm Coop, lo ratifica.<br /> <br /> No hay que temer este d&iacute;a del recorrido. Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, no cumple su promesa. No hay fragatas del otro pa&iacute;s a la vista. &ldquo;No confiamos en lo que diga este presidente, sus tropas siempre nos han odiado&rdquo;, se&ntilde;ala Bent.<br /> <br /> Una hora despu&eacute;s aparece, entre la distancia, Quitasue&ntilde;o. No es un cayo, ni siquiera hay tierra donde pisar, son m&aacute;s de 60 kil&oacute;metros de longitud de aguas mansas, claras, donde saltan los peces de colores y distinto tama&ntilde;o y se refugian las tortugas y langostas.<br /> <br /> &ldquo;Los capitanes de embarcaciones no pueden dormir cuando cruzan por ac&aacute;, si lo hacen entierran sus buques&rdquo;, repite Joe Archbold. Al frente est&aacute; un barco sumergido entre el agua. Qued&oacute; sepultado hace dos a&ntilde;os. Nadie pudo desenterrarlo.<br /> <br /> All&iacute;, Daniel Guti&eacute;rrez lanza su cuerpo hasta los cinco metros de profundidad. Y aparece con un pargo rojo de gran tama&ntilde;o entre sus manos. La libra alcanza los 3 mil pesos en Providencia y ocho mil dentro del pa&iacute;s. El negocio es pulpito. Ahora, con Nicaragua con dominio sobre el mar, todo puede cambiar.<br /> <br /> Los arpones lanzados por los tripulantes atraviesan caracoles, margaritas, pez loro y esposa vieja, entre otros. Los buzos aparecen y desaparecen con pescado entre sus manos, nadan como sirenas en el mar y en cuesti&oacute;n de hora y media la embarcaci&oacute;n se llena de manjares marinos, entre ellos, la langosta. Hay m&aacute;s de 200 libras de peso adicional en el bote. No hay espacio para m&aacute;s peso.<br /> <br /> La tranquilidad se interrumpe mientras los isle&ntilde;os consumen enlatados, man&iacute; y salchichas. El ruido de las olas golpea con furia las ruinas de una segunda embarcaci&oacute;n encallada, cuyos restos, cargados de sal, se resisten a desaparecer cinco a&ntilde;os despu&eacute;s. Los tripulantes fueron rescatados; la nave, no. Produce misterio observarlas. Nadie pudo sacarlas de all&iacute;.<br /> <br /> <strong>Temor real</strong><br /> <p style="text-align: center;">   <img class=" size-full wp-image-75534" alt="" src="http://wp.lanacion.com.co/wp-content/uploads/2013/09/images_2013_09_22_Providencia%203.JPG" width="448" height="336" /></p> <br /> Son varios los pescadores que tienen testimonio sobre los abusos de las tropas del vecino pa&iacute;s. A Ignacio Hooker Cabeza, joven de 27 a&ntilde;os, se le acab&oacute; la gasolina del bote y un barco pesquero con bandera de Nicaragua lo recogi&oacute; y lo llev&oacute; hasta Puerto Cabezas. &ldquo;Me iban a meter en unas jaulas, cuartos oscuros sin ventanas- c&aacute;rceles-, pero me rebel&eacute; y no dej&eacute;&rdquo;, narra. Lo liberaron 20 d&iacute;as despu&eacute;s.<br /> <br /> Galvis Jacinto Brown, otro pescador de Providencia, pudo morir devorado por los tiburones. Lo venci&oacute; el sue&ntilde;o en su canoa y despert&oacute; en mar nicarag&uuml;ense. Sin remos y sin agua, aprovechaba la lluvia. Despu&eacute;s de tres d&iacute;as a la deriva, fue rescatado por tropas del vecino pa&iacute;s. Lo encarcelaron de momento, lo fastidiaron por invadir territorio ajeno y lo arrimaron donde una familia extra&ntilde;a, mientras investigaban qui&eacute;n era para poder dejarlo ir.<br /> <br /> A &Aacute;lvaro Garc&iacute;a lo sorprendieron hace 20 a&ntilde;os pescando en mar vecino. Lo capturaron, lo despojaron de su pesca y lo internaron en un cuarto fr&iacute;o del que logr&oacute; escapar con vida. Abogados colombianos mediaron por &eacute;l. Hoy est&aacute; encerrado en un asilo de San Andr&eacute;s islas.<br /> <br /> <strong>Piratas del Caribe</strong><br /> &ldquo;El a&ntilde;o pasado dos botes pesqueros se perdieron en altamar&rdquo;, afirma el concejal Bent, quien cree que los desaparecieron piratas de Nicaragua. &ldquo;A veces cobran multas de diez mil d&oacute;lares&rdquo;, resume Thimothy Bent, t&iacute;o del concejal.<br /> <br /> Con la misma suerte no corrieron Miguel Borden (hijastro) y otro poblador m&aacute;s de Providencia. Pescaban en familia y algo ocurri&oacute;. Sus cuerpos jam&aacute;s aparecieron. La lancha apareci&oacute; baleada. Se cree que piratas nicarag&uuml;enses los asesinaron y los tiburones se los tragaron. &ldquo;Por eso les tememos&rdquo;, insisten los pobladores, mientras termina la jornada de seis horas de pesca y aparece en la distancia una fragata de la Armada Nacional de Colombia.<br /> <br /> &ldquo;&iquest;Pasamos o no?&rdquo;, preguntan los isle&ntilde;os. &ldquo;No llevamos nada malo; ellos nos conocen&rdquo;, dicen. Y aunque no se detienen, la Armada insisten en pitos escandalosos. Es mejor detenerse. &ldquo;&iquest;Qui&eacute;nes son?&rdquo;, pregunta desde el buque un oficial de la Armada que no se identifica y quien parece ser el capit&aacute;n.<br /> &ldquo;Pescadores&rdquo;, responden. &ldquo;&iquest;C&oacute;mo est&aacute;n? &iquest;De d&oacute;nde vienen? &ndash; Se refer&iacute;a a tropas nicarag&uuml;enses-. &ldquo;Nada, todo normal&rdquo;, reportaron.<br /> <br /> &ldquo;Tengan cuidado, estaremos vigilando en esta &aacute;rea. Si ven algo, informan. Estamos para servirles&rdquo;, expresa el oficial desde el buque, mientras la lancha detenida se balancea sobre la intensa marea.<br /> <br /> Desde de que se produjo la sentencia, la pesca cay&oacute; en 60 por ciento en Providencia. Solo dos botes de la cooperativa Fish and Farm Coop -la m&aacute;s grande en la localidad-, se atreven a llegar a la zona, hoy del vecino pa&iacute;s. De las 150 mil libras anuales que reporta la empresa, el 70 por ciento se obtiene en los cayos en l&iacute;os. La Pesquera Providencia tambi&eacute;n anuncia p&eacute;rdidas. &ldquo;Si no nos arriesgamos, vamos a quiebra&rdquo;, concluye Rudolph Hawkins, gerente. Hoy la situaci&oacute;n econ&oacute;mica se agudiz&oacute;. Daniel Ortega y sus fragatas ya hacen presencia en la l&iacute;nea 82 y el presidente Juan Manuel Santos promete blindar el territorio colombiano.<br /> <br /> <p style="text-align: center;">     <img class=" size-full wp-image-75535" alt="" src="http://wp.lanacion.com.co/wp-content/uploads/2013/09/images_2013_09_22_P1170198.JPG" width="448" height="336" /></p> <br /> <br /> <br /> <p style="text-align: center;">    <span style="font-size:20px;"><strong>Galer&iacute;a de Im&aacute;genes &nbsp; &nbsp;&nbsp;&rArr; &nbsp; &nbsp;&nbsp;<a href="http://on.fb.me/15MVxVx"><span style="color:#ff0000;">http://on.fb.me/15MVxVx</span></a></strong></span><br />    <br />  &nbsp;