a muerte de Luis Alfredo Garavito ocupó las primeras planas de los medios de comunicación, la sombría existencia de quien denominaron “la bestia”, finalizó en una celda de la cárcel de Valledupar pagando una larga condena por el asesinato de casi 200 niños.
La gran mayoría de colombianos conoce sobre sus crímenes, pero pocos saben que además de victimario también fue víctima, y que tal vez, esto último fue la génesis de lo primero. Según su propia versión, cuando era menor de edad, fue violado reiteradamente por un boticario, es decir, que en su infancia fue abusado sexualmente.
Según múltiples estudios científicos, los niños maltratados o abusados sexualmente tienen afectaciones en una parte del cerebro, específicamente en la amígdala, que es parte del sistema límbico, el cual se encarga de las emociones y motivaciones incluidas la ira, el miedo y el placer.
En otras palabras, los niños que padecen de abuso sexual o maltrato quedan con el “disco duro rayado”, de adultos tienen dificultades para integración a la sociedad, y lo mas grave, en un gran porcentaje son abusadores sexuales y maltratadores de niños, generando un círculo vicioso difícil de romper.
Lo anterior no quiere decir que quienes son abusadores sexuales o maltratadores de niños sean exonerados de sus abominables crímenes por haber sido víctimas de hechos similares, al contrario, deben ser procesados y condenados, pero es fundamental comprender que para detener la violencia que agobia el país es necesario comenzar por no permitir que los niños sean abusados sexualmente y maltratados, porque ellos se convertirán en adultos abusadores y maltratadores, con difícil integración a la sociedad y usualmente violentos.
En Colombia persistimos en los castigos establecidos en el código penal para resolver el problema, poco o nada hacemos de manera preventiva, ni mucho menos nos esforzamos por romper el círculo antes mencionado, no hemos intervenido la causa, solo pretendemos resolver la consecuencia con medidas populistas que no resuelven el problema de fondo.
Basta recordar que hace algún tiempo aseguraron que la solución al abuso sexual infantil era la cadena perpetua para los violadores, hicieron de tal propuesta una bandera política promoviendo un referendo, olvidando por ejemplo que varios ciudadanos fueron condenados por los crímenes que cometió Garavito, y solo cuando los confesó, luego de un tortuoso trámite ante la justicia, fueron liberados.
Deplorable que Colombia tenga en su historia a un criminal como Luis Alfredo Garavito, que además de victimario fue en su momento víctima, pero más luctuoso aun es que puedan estarse incubando otros como él sin que estemos haciendo mayor cosa por impedirlo.
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