La simbología, la catarsis colectiva y los argumentos de las decenas de personas que han padecido la guerra fratricida en carne propia y que claman por un país incluyente, tolerante, diverso y respetuoso de los derechos humanos; marcaron la jornada de trabajo. LA NACIÓN presenta las voces de algunas víctimas que anhelan vivir un día, en un país en paz.
‘Las mujeres víctimas somos unas valientes’
María Ruth Dussán Hernández, representante de las víctimas en el Consejo Departamental de Mujeres, padeció el asesinato de su suegro, ex inspector de Policía de Gigante, y la amenaza de toda su familia por parte de actores armados al margen de la Ley.
“Cuando mataron a mi suegro, mi esposo estaba recién operado de la columna vertebral, estaba en silla de ruedas. A la casa llegaron unos hombres armados, con chalecos, en moto y nos intimidaron. Mis hijas estaban muy pequeñas. En ese momento sentíamos que nos íbamos a morir”, recordó María Ruth.
“Durante todos los días del novenario se nos aparecieron en la iglesia. Nos observaban a cada uno de nosotros a los ojos, en ese momento, teníamos la sensación que la vida se nos acababa. Por eso nos tocó salir de Gigante y venirnos para Neiva”.
María Ruth toma un respiro y mira hacia el cielo. Con fortaleza retoma el aliento y continúa su relato. “Nosotras las mujeres víctimas somos unas valientes, porque a raíz de este conflicto armado hemos tenido que asumir el rol de madres y de mujeres cabezas de familias. Respondemos por nuestros hogares sin agachar la cabeza, buscando siempre un mejor futuro para nuestros hijos y para nuestro país”.
Para la lideresa, se requiere con urgencia un replanteamiento de la sociedad colombiana frente a la guerra. “Tenemos que hacer un trabajo a fondo con la sociedad civil porque desafortunadamente en nuestro país, no solo padecemos el conflicto armado, sino que también tenemos una grave descomposición social. Hay que hacer un trabajo desde las bases para fortalecer nuestras organizaciones sociales y nosotras como mujeres debemos empoderarnos más”.
“No podemos vivir del pasado. Tenemos una gran oportunidad con los diálogos de paz en la Habana. Esto es bueno para el país. Lo único que anhelamos es la paz, pero con justicia social. Este es nuestro anhelo de corazón. Queremos conocer la verdad, que se repare equitativamente a todas las víctimas y que se haga justicia. No solamente a los actores armados del conflicto colombiano, sino a todos los actores políticos y económicos que tuvieron que ver con los hechos victimizantes. Queremos que se les condene con el Código Penal”, manifestó.
‘¡Que se destruya hasta la última mina!
Francis Nei Chaux Grisales perdió parte de su pierna derecha, víctima de una mina antipersonal oculta entre el campo. Él se desempeñaba como transportador intermunicipal y se detuvo en una carretera caqueteña para realizar una necesidad fisiológica, cuando sufrió el evento. Francis es un luchador incansable que lucha por la erradicación de los artefactos explosivos en todo el país.
“Nosotros, las víctimas de minas, hemos sufrido en carne propia el conflicto armado colombiano. Cuando realizamos el acto simbólico, recordé el día del evento. Fue el 24 de febrero del 2002, el día en que secuestraron a Ingrid Betancourt en una carretera del Caquetá. Afortunadamente siempre tuve el apoyo de mi familia y gracias a las oportunidades laborales, ha salido adelante con mi discapacidad”.
“Nosotros reclamamos un acuerdo serio entre el gobierno y la guerrilla. Para las víctimas es importante hacer parte de la negociación en La Habana.
Necesitamos conocer la verdad. Yo como víctima de una mina antipersonal quiero saber porque las Farc las utiliza. Somos más de 11.000 víctimas por estos artefactos explosivos, entre civiles y militares. Somos 11.000 discapacitados que esperamos una respuesta y un compromiso por parte de la guerrilla.
No queremos que se firme el acuerdo hasta que ellos digan en dónde están todas las minas, queremos que se destruya hasta el último de estos artefactos explosivos”.
Recuadro: ‘Las mujeres queremos ser escuchadas’
Luz Ángela Anacona, pertenece a una organización social de mujeres víctimas del conflicto en el Huila. Su padre y su tío murieron en medio del fuego cruzado, en una confrontación bélica registrada en el departamento.
“Ellos no tenían por qué pagar con sus vidas las consecuencias de esta guerra. Eran personas trabajadoras del campo, humildes y sencillas. Somos los campesinos los que siempre quedamos en medio del conflicto. No queremos más víctimas, no queremos más guerra. Anhelamos desarrollo para que el futuro de nuestros hijos sea diferente al de nosotros”, aseguró Luz Ángela.
Asimismo, la lideresa social manifestó su anhelo para que la voz de las mujeres sea escuchada en el proceso de negociación. “Queremos participar en las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla de las Farc, queremos que nuestra voz exprese lo que sentimos. Somos hijas, hermanas, esposas y víctimas de este conflicto. Esperamos un acuerdo definitivo y gritar ante el mundo que Colombia necesita paz”, aseguró.
“Anhelamos que los negociadores continúen con su labor. Nosotros queremos la paz y un acuerdo real. No más guerra. En mi corazón no siento rencor ni odio. Este conflicto del cual soy víctima es culpa del Estado. No hay trabajo, no hay opciones para el desarrollo social, ni oportunidades para una mejor vida. Queremos verdad, justicia y garantías de no repetición”, puntualizó.
¡Es hora de firmar la paz!
Betty Alexandra Sosa fue víctima de amenazas contra su vida en Sitio Nuevo, departamento del Magdalena, luego que inocentemente les arrendara una habitación de su casa a personas que tenían problemas con grupos irregulares. Por esta razón tuvo que salir de su pueblo natal, dejar abandonado todo lo que tenía y huir al Amazonas, en donde se encuentra radicada hace muchos años.
“Ya es hora de firmar la paz. No más. Estamos cansados de 50 años de este conflicto armado sin sentido. La solución no puede seguir siendo que nos matemos los unos con los otros. Esto no tiene sentido. Es el momento de hacer un alto en el camino. Estamos dispuestos a perdonar y colocar todo de nuestra parte para que cese la guerra”.
‘Que la verdad no se maquille’
Hernán Lara, representante Comunidad Lgtbi del Caquetá manifestó es necesario para la consolidación de una nación incluyente, tolerante y garante de los derechos de sus ciudadanos; que la sociedad civil, el Estado y la guerrilla respeten la diversidad sexual en todas sus expresiones y manifestaciones.
“Para la resolución del conflicto se hace necesario un dialogo directo y honesto. Que la verdad no se maquille, que aflore la verdad del pueblo y no la de tres o cuatro senadores. No queremos que se tergiverse más la verdad histórica”, manifestó Hernán.
“Las personas diversas no estamos participando activamente en las discusiones nacionales por los tabúes de la sociedad. En estae espacio tenemos un poco de participación porque el Pnud ha garantizado que ciertas minorías tengamos acceso. Pero necesitamos que los crímenes de las personas diversas, las víctimas del conflicto de la comunidad Lgtbi sean reconocidas y los culpables sancionados”.
“En estos trabajos regionales exponemos el sentir de las comunidades. Queremos que nuestras opiniones sean tenidas en cuenta, porque esto permitirá la reorganización del panorama político, social, cultural y económico que permitan que el país avance”.
