El exministro de Salud, Alejandro Gaviria, habla con LA NACIÓN sobre su aspiración presidencial. Propone resolver la “devastación social” que vive el país y liderar una “transformación productiva”. Dice que su candidatura nació de un “impulso ciudadano”.
Jesús Antonio Rojas Serrano
“Yo soy un liberal de verdad. No solamente como académico sino como ministro, he defendido las ideas liberales”. Con esta frase, el exministro de Salud, Alejandro Gaviria, le responde a quienes critican su aspiración presidencial. Y suelta esta pulla: “Muchas de esas críticas vienen del Pacto Histórico y es como si allí llegaran los políticos y los santificaran y están bien, pero si del otro lado, alguien tiene una conversación con un político es porque ese está con la política de siempre”.
De esto y mucho más habla el también exrector de la Universidad de Los Andes en esta entrevista con LA NACIÓN, a ocho meses de las elecciones presidenciales.
¿Por qué quiere ser Presidente de la República?
Yo quiero ser Presidente de la República por dos razones. La primera, porque creo que soy la persona que puede unir al país en medio de las rencillas políticas. Creo que en este momento el país necesita algo distinto, necesita a alguien que confíe en las instituciones y el poder que tenemos juntos como país para hacer las transformaciones y retomar la agenda de reformismo democrático. Tengo una trayectoria de investigador de 25 años y he estudiado los problemas sociales de Colombia como la pobreza y la desigualdad; creo que puedo poner esa trayectoria al servicio del país. Como rector, transmití un mensaje recurrente y era la necesidad que las comunidades académicas fuéramos una fuerza transformadora en la sociedad. Quiero ser una fuerza de transformación en uno de los momentos más difíciles que hemos vivido en los últimos 40 años.
¿Qué le está proponiendo concretamente al país?
Colombia enfrenta una devastación social: el aumento de la pobreza, el empeoramiento de todos los indicadores sociales, una crisis educativa sin precedentes en nuestra historia reciente y altas tasas de desempleo. También enfrenta el crecimiento de los indicadores de violencia y la posibilidad de que nuestro país entre en un nuevo pico de violencia; la generación de mis padres tuvo uno, mi generación tuvo otro y la generación de nuestros hijos podría tercer un tercero. Estamos viendo cómo en la periferia de Colombia aumentan los brotes de violencia y en las ciudades hay una inseguridad creciente. Colombia necesita, igualmente, una transformación productiva porque nuestra oferta exportadora no puede seguir siendo la misma. Lo que yo propongo es una serie de medidas puntuales para resolver conjuntamente la devastación social, el aumento de la violencia sistemática y liderar la transformación productiva que necesita el país.
Le propongo que hagamos un recorrido por los problemas más agudos que tiene hoy el país y usted me habla da sus impresiones y cómo cree que se podrían remediar, ¿Qué hacer ante la inseguridad urbana?
Yo creo que el país tiene que pensar seriamente en una reforma a la Policía, que tuvo un entrenamiento para unas circunstancias distintas muy asociadas al conflicto armado. Esa reforma tiene que contemplar una fuerza más civilista, más entrenada para los desafíos de la seguridad urbana, que recupere la legitimidad y confianza que han perdido en la población y que pueda trabajar de la mano de los Alcaldes. La Policía debe tener mayor énfasis en inteligencia y tecnología. Adicionalmente, el país necesita un abordaje distinto al problema de las drogas y generar oportunidades para los jóvenes. Si no generamos esperanza para los jóvenes, los problemas de seguridad urbana van a seguir.
Respecto a las disidencias de las Farc, que es otra amenaza para la seguridad nacional, ¿Qué piensa?
Las disidencias son un problema de seguridad nacional, es un problema que tiene que ver con el accionar del Ejército, es un problema que tiene que ver con recuperar la seguridad territorial. Si uno mira la estructura económica de Colombia, vamos a encontrar que tenemos un centro moderno, pero una periferia en donde las formas que tienen muchas comunidades para insertarse en la economía global, son el narcotráfico y la minería ilegal. Las disidencias de las Farc, en el fondo, se están disputando estas rentas de economía ilegal y si no encontramos una forma distinta de inserción en la economía de estas comunidades, esas violencias no se van a detener.
¿Qué hacer frente al desempleo? ¿Cómo desarrollaría su propuesta de una renta básica para los menores de 30 años?
Sobre la renta básica, lo que hemos pensado es generar una ampliación del programa Jóvenes en Acción, que hoy tiene una cobertura de 300 mil personas y llevarla a millón y medio. Sería un subsidio a jóvenes menores de 30 años por tres o 6 meses para que tengan un incentivo de estudiar y con el sector privado e institutos de capacitación técnica y tecnológica, ofrecerles planes de estudio puntuales que tengan que ver con las demandas del mercado de trabajo. La renta sería una forma de llevarlos al estudio y el estudio sería una forma de conseguir o crear las competencias y habilidades para insertarse en el mercado laboral. Para generar empleo, Colombia necesita resolver sus problemas de siempre: falta de competitividad de la economía, mal funcionamiento de los mercados laborales, la calidad institucional y la estructura oligopólica de ciertos sectores que impiden un crecimiento más alto.
La corrupción es otro de los grandes males de este país, ¿Qué medidas se necesitan para atacarla de manera real?
Para entender la corrupción y trascender la indignación colectiva, hay que mirarla en cuatro partes. Primer punto, política y corrupción; Están empezando las campañas al Senado y son campañas de competencia casi de dinero; una campaña al Senado está costando decenas de miles de millones de pesos y lo hemos venido viendo durante los últimos 15 años como consecuencia en parte de la ausencia de una reforma política. El segundo punto, cuando uno piensa en corrupción tiene que ver con el funcionamiento de la Justicia y los organismos de control. Los organismos de control en muchas regiones de Colombia es un mecanismo de extorsión de los corruptos. El tercer elemento tiene que ver con el diseño del Estado. Voy a dar un ejemplo: no hay un Banco de Proyectos y los alcaldes terminan siendo presas de un contratista oportunista que les presenta un proyecto con costos inflados. Cuando yo era ministro de Salud, me encontré que le habíamos entregado a las secretarías de Salud departamentales una competencia de comprar medicamentos de alto costo sin tener las capacidades. Por lo tanto, tuvimos el cartel de la hemofilia, del VIH/SIDA y demás. Otro ejemplo: el programa de alimentación escolar lo transferimos al ministerio de Educación sin tener las competencias allí instaladas. Y el cuarto tema tiene que ver con conciencia ciudadana, es decir, de cambiar la forma como nos relacionamos con el Estado.
Otro tema sensible: el de la salud. Usted que fue ministro de Salud, ¿Qué propone para mejorar la atención en salud?
La pandemia fue una prueba grande para el sistema de salud de Colombia. El balance apenas se está haciendo. La pandemia reveló problemas en la salud pública y la forma de operar de las secretarías de Salud departamentales, pero hay que ser claros que Colombia no tuvo lo que ocurrió en Perú o Ecuador, en donde la gente se moría en las calles. En términos de unidades de cuidados intensivos por habitante, Colombia tiene capacidades mayores que países con mayor nivel de desarrollo como Argentina y México. Uno tiene que ser capaz de reconocer lo bueno para poder hacer las reformas. El sistema funciona mucho mejor en las ciudades. En las zonas rurales, el sistema tiene que ser distinto y estar basado en la oferta pública y en la salud pública. El sistema tiene un problema viejo que no lo pude solucionar como ministro: la forma en que se contrata y se les remunera a los médicos. Yo tendría una agenda de salud pública en salud sexual y reproductiva y enfermedades transmisibles. Colombia tiene que consolidar el derecho fundamental a la salud y tomar medidas de regulación de muchas de las EPS. Hay candidatos que han dicho que hay que acabar todo el sistema de salud y construir uno nuevo, yo no lo haría.
¿Qué importancia tendría regiones como el Huila en un eventual gobierno suyo?
El desarrollo de un país tiene que ser equilibrado y se basa en el desarrollo regional. Conozco al Huila desde chiquito; mi papá trabajaba en una empresa antioqueña que tenía una sede en el Huila y yo iba desde que tenía 7 años. Cuando estaba en bachillerato, yo quise ser arqueólogo y he ido muchas veces a San Agustín. Le cuento esto porque yo creo que el potencial que tiene el Huila en el tema de turismo es inmenso, que podríamos multiplicar por 4, 5 o 6. Las regiones de Colombia tienen que ser capaces con el Gobierno Nacional de construir historias de desarrollo distintas. Colombia no ha sido capaz de construir historias agroindustriales como lo hizo Perú. Nuestro país tiene grandes oportunidades de insertarse en la economía global con esas historias. Yo quiero eso: buscar que las regiones encuentren su identidad y construyan historias de desarrollo.
Hablando sobre la carrera presidencial, ¿Cómo ve hoy el panorama electoral?
Yo creo que la contienda electoral tiene una primera etapa, que va hasta el mes de diciembre, en donde en el caso mío, yo tengo un desafío de conseguir más de un millón de firmas para seguir siendo independiente. Paralelamente, mi candidatura tiene otro desafío que es de posicionamiento. A mí me conocen bien los sectores de las ciudades asociados a la educación y la salud e intelectuales y muchos jóvenes universitarios, pero otros sectores no me conocen. El otro desafío es entrar en conversaciones políticas para unir el centro, de cara a una consulta que tiene que darse en el mes de marzo. Yo estoy dedicado a conseguir las firmas, a un tema de posicionamiento y a conversaciones para llegar con un centro unificado. Yo creo que en marzo vamos a tener tres consultas: una de la izquierda, otra que se está consolidando entre el Centro Democrático, el partido Conservador y fuerzas de derecha, y otra de centro. Si gano esta consulta, viene un desafío grande: los debates presidenciales y tener una primera vuelta en donde el centro tenga una opción. Yo creo que si llega unificado, el centro puede tener una opción para pasar a segunda vuelta. Si el centro pasa a segunda vuelta, va a ganar.
¿Qué le dice a quienes aseguran que usted no es un candidato independiente y que detrás de usted está Juan Manuel Santos, César Gaviria y las élites de siempre?
Eso no es verdad. Esta es una candidatura que nació de un impulso ciudadano. Yo no puedo negar que trabajé con Juan Manuel Santos, pero que él no ha jugado ningún papel en la campaña; ni siquiera de consejero. Hay sectores del partido Liberal, muchos de ellos relacionados con jóvenes, en donde he encontrado entusiasmo por la campaña. Yo soy un liberal de verdad. No solamente como académico sino como ministro, he defendido las ideas liberales. En temas polémicos, he tenido posiciones explícitas y claras, como por ejemplo el apoyo a la muerte digna, a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, a un enfoque distinto para abordar el problema de las drogas. Eso entusiasma a algunos políticos liberales. Hacer política sin políticos es utópico. Muchas de esas críticas vienen, por ejemplo, del Pacto Histórico y es como si allí llegaran los políticos y los santificaran y están bien, pero si del otro lado, alguien tiene una conversación con un político es porque ese está con la política de siempre. Esa es una posición contradictoria, hipócrita, que yo no comparto.
¿Cuándo visitará personalmente el Huila?
Voy a ir en los próximos días a Bucaramanga y Cartagena. La segunda semana de octubre tengo planeada la visita al Huila. Allá nos encontraremos, lo visito al Diario LA NACIÓN y nos tomamos un café juntos.