Yuma entre achiras y acacias

Por: Albeiro Castro Yépez

 

La historia es sin lugar a dudas un aliado fundamental en el proceso de estructuración de productos turísticos, percepción que se consolida en la observación de la Ruta de La Achira, para muchas personas, la Ruta es un simple viaje en canoa por el río Magdalena entre Neiva y Fortalecillas para luego llegar a deleitarse con tan delicioso bocado; para los técnicos en turismo, la Ruta de La Achira es una inmersión en la historia de la Hacienda Ganadera, momento en  el que se implantó la ganadería en sus diferentes expresiones, esto es, bovina, porcina, ovina y aves de corral, cuya proteína se mezcló con los almidones nativos de maíz, yuca, yota y achira entre otras, para la elaboración de los amasijos emblemáticos de la región; pero, adicionalmente se reconoce la tipología del escenario de navegación como un bosque seco tropical de gran importancia en el corredor biológico del río Magdalena, entendiendo el significado y valor del río al que cariñosamente los colombianos denominan como el “Río de la Patria”.

En este sentido, los girardoteños están deseosos de estructurar un producto turístico que articule la navegación por el río Magdalena, tanto en la corta distancia, como en la larga distancia, para ello, piensan traer a la memoria la historia de la navegación comercial, época en la que partían del Puerto Los Guamos en Girardot,  los champanes y posteriormente vapores cargados con mercancías llegadas desde el caribe o desde Bogotá, con el ánimo de desembarcarlas en el recordado Puerto El Caracolí de la ciudad de Neiva, puerto inmortalizado en la composición musical del Maestro Jorge Villamil Cordovez. Desde luego, no se pueden repetir historias como la del Florentino Ariza o la famosa Barcaza de Neiva, por el contrario se recomienda utilizar los vehículos náuticos que han demostrado eficiencia en tramos de bajo calado y paso por secadales.

Ideal que los puertos intermedios se articulen a la ruta propuesta, iniciando por Villavieja con su importante acervo patrimonial de cultura y naturaleza, un destino para programar como mínimo una noche de pernoctación y dos días de actividades; Purificación en igual magnitud incluyendo actividades náuticas en la represa El Prado; con una parada obligatoria en El Guamo para conocer de primera mano el desarrollo de las artesanías de La Chamba, uno de los proyectos sustentados en los saberes ancestrales de las comunidades de su entorno. Especial mención para el Puerto La Caimanera donde bien se puede emparentar la memoria de las fiestas en honor de los santos Juan y Pedro, con su valioso aporte a la historia de la música, la danza y la gastronomía, tradiciones heredadas de la época colonial. En suma, se retoma la ilusión de la navegación turística por el valle alto del río Magdalena. Buen viaje.

 

 

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